Ya puede desgañitarse Salgado diciendo que la subida fiscal es moderada, necesaria y progresiva. Es todo lo contrario y los ciudadanos así lo perciben
Sesenta minutos le bastaron a la ministra de Economía para defender lo indefendible: las cuentas del estado para 2010.
Ni uno sólo de los adjetivos que empleó en su defensa se ajusta a la realidad.
Ni son solidarios, ni austeros, ni garantizan la recuperación de la economía.
Más bien al contrario nos adentran en una cueva, la del déficit público y el aumento de la deuda, de la que tardaremos tiempo en salir y con muchas dificultades.
Lo han dicho de todas las formas posibles distintas voces, estos presupuestos son absolutamente irreales, ya que parten de unas cifras voluntaristas y engañosas de crecimiento y de ingresos.
No dicen la verdad sobre el gasto público, ni sobre el paro, ni sobre el agujero fiscal que crean. Y son, por supuesto, unos presupuestos que suben los impuestos para intentar cubrir una parte del tremendo agujero creado por la política equivocada de cheques y subvenciones varios.
Ya puede desgañitarse Salgado diciendo que la subida fiscal es moderada, necesaria y progresiva. Es todo lo contrario y los ciudadanos así lo perciben.
No hay explicaciones posibles para tapar lo que se llama meter la mano en el bolsillo de los españoles para pagar errores cometidos al calor de las elecciones o por petición de grupos de presión o amiguetes del poder.
Desgraciadamente y por más que se empeñe la ministra no hay indicios de recuperación y sólo pensando en los casi cinco millones de parados que habrá en pocos meses debería por pudor abandonar ese discurso.
Pero, no. Insiste Salgado en que lo peor de la crisis ha pasado, aunque convivamos un tiempo con unas cifras de desempleo que dan pavor. El viernes podrá comprobarlo cuando se conozca la Encuesta de Población Activa del último trimestre.
Por favor no nos tomen por tontos. Hay muchísimas partidas de dónde rebajar el excesivo gasto público y muchas reformas que hacer para frenar la sangría del paro y por tanto de la abultada partida destinada a prestaciones por desempleo.
Escuchen de una vez a todos, de fuera y de dentro, que les exigen reformas, algunas por cierto con coste cero para el erario público.