El Gobierno tenía pensado que este lunes fuera el gran día para su pacto contra la crisis. Una serie de medidas, algunas ya aprobadas en el Congreso a propuesta de distintos grupos parlamentarios, que de ninguna manera agitarán la actividad, el consumo y el empleo.
El Gobierno se ha encontrado, sin embargo, que nadie quería apoyarle en esta pantomima. Zapatero quiere una foto a toda costa y de momento tendrá que esperar.
Agobiado por este rechazo se ha visto en la obligación de retrasar esa firma hasta dentro de unos días. Quedaba un poco raro que el documento estuviera rubricado por los tres del tridente. Salgado, Blanco y Sebastián firmando en solitario un documento que a su juicio era la panacea para sacar a España de la recesión. Patético.
De momento, la mayoría de los grupos ha visto en este acto la necesidad de Zapatero de lograr una foto y ésta se va a hacer de rogar. Algunos como el PP le han dejado claro que si las medidas son tan buenas para el objetivo que se persigue que no espere a la foto y las adopte ya. Y es verdad. Lo que pasa es que el Gobierno quiere compartir el supuesto éxito o el seguro fracaso.
Con las medidas propuestas no se va a lograr que la economía reconduzca su senda negativa y el paro y el cierre de empresas continúe.
No hace falta ser un lince para ver que Zapatero lo tiene todo fiado a distintos grupos y lugares. La reforma laboral en el diálogo social; la reforma de las pensiones en el Pacto de Toledo; y las medidas contra la crisis al pacto de Zurbano.
El caso es no asumir la responsabilidad de gobernar, que a veces es bonito y barato en términos de opinión pública y otras veces, como ahora, doloroso y caro en términos electorales, guía del presidente. Zapatero no es un presidente para momentos de crisis.
Al paso que vamos, España será un país nada fiable, que no cumple sus acuerdos con Europa y que tendrá dificultades para pagar sus compromisos internos y externos. Pagaremos la factura por años.
Originalmente publicado por La Gaceta.