MADRID, 3 (OTR/PRESS)
Una semana más en este tortuoso semestre, la bolsa cayó. El IBEX perdió casi un 3 por ciento y acumula una caída de 3.000 puntos desde enero, casi un 30 por ciento. El viernes, el selectivo español estuvo a punto de dejar atrás la referencia que para muchos analistas supondría la entrada en un proceso de caída libre de difícil pronóstico: los 9.200. Las razones para el pesimismo son desgraciadamente demasiadas. La principal, las nuevas amenazas en este caso de Moody’s al rating de la deuda de España. Los vencimientos de la deuda pública y las necesidades de abordar por parte de las entidades financieras casi medio billón de euros del abultado endeudamiento de familias y empresas pesan como una losa y hace prever a muchos un mercado de crédito aún más seco de lo que ya hemos vivido.
Además, el viernes se conoció un informe de Merrill Lynch en el que plantea como escenario más probable para España el que tengamos que someternos al rescate europeo, recapitalización de bancos y elecciones anticipadas. No cabe duda de que España sigue en el punto de mira. Los analistas del mercado no creen que nuestro país pueda abordar lo que tiene por delante. La semana que viene será un nuevo test en el que todos estos elementos pesarán como una losa sobre los inversores en bolsa y en deuda.
El Gobierno español mientras tanto sigue sin enterarse de lo que realmente está ocurriendo. Zapatero y otros miembros de su gobierno siguen sacando pecho, continúan como si no pasara nada. Creen que pueden seguir ganando tiempo de brazos cruzados mientras los mercados nos atizan por todos los lados. Intentan vendernos que algunas variables económicas mejoran y nos hablan de un paro registrado por debajo de los 4 millones y se ponen medallas ante el drama. No se aborda una auténtica reforma del sistema financiero y se sigue gastando dinero mientras se suben los impuestos retrayendo aún más el consumo, la actividad y el empleo.
El lunes, la bolsa acusará los últimos informes y los mercados volverán al ataque porque no se está haciendo nada que les haga cambiar su perspectiva sobre España, un país incapaz de llegar a ningún acuerdo político para sacar al país adelante y con un presidente que está dispuestos a bordear hasta una sentencia del Tribunal Constitucional para seguir en el poder.
