La batalla de Madrid.

MADRID, 06 (OTR/PRESS)

Es evidente que el PSOE, y en particular su primer líder, José Luis Rodríguez Zapatero, afrontan esta batalla electoral de Madrid, como la de Cataluña anteriormente en el tiempo, como «claves» en el mantenimiento del poder. Madrid, desde hace una veintena de años, viene resultando inexpugnable para los socialistas, por razón de las candidaturas de Ruiz Gallardón y de Esperanza Aguirre, en el ayuntamiento y en la Comunidad. Aguirre estuvo a punto de no ocupar esa plaza y se ayudó, finalmente, del «tamayazo», es decir, del tránsfuga Eduardo Tamayo, que en el último momento de las votaciones para lograr un gobierno de izquierda PSOE-IU o uno de derecha del PP, inclinó la balanza a favor de Aguirre.

Desde entonces, los socialistas están seriamente empeñados en tomarse la revancha, pero no han tenido suerte con sus sucesivos candidatos. ¿Y esta vez? Los análisis políticos señalan que la situación ha podido modificarse: Esperanza Aguirre ha padecido situaciones como el Caso Gürtel, que ha procurado que le afecten lo mínimo posible, pero que es seguro que le han rozado considerablemente.

También el caso de los espías activados desde su propio gobierno autonómico para controlar a sus adversarios internos, o materias como la gestión de la dependencia, los colegios públicos y privados, el reparto de licencias de televisión, el partidismo a ultranza de «su» Telemadrid, sus propósitos de pelearse con su propio líder Mariano Rajoy o con su correligionario Ruiz Gallardón, o de participar en todos los asuntos nacionales*, todo ello la ha ido erosionando de manera perfectible, tanto como algunas salida de tono de las que ha tenido que desdecirse o por las que ha tenido que pedir perdón. Su obsesión por ignorar su patrimonio y decir que «soy pobre de pedir», o «mi sueldo no me llega a final de mes», ha sido otra nota cómica de la «lideresa», que dispone de un equipo de gobierno de escasas pretensiones. Desde luego, está en las mejores condiciones para ser sustituida, si enfrente tuviera una candidatura capaz.

Algo parecido sucede con Ruiz Gallardón, también fatigado de peleas interiores en su propio partido y de muy larga trayectoria de cargos públicos. Por si fuera poco, se ha visto forzado a prescindir de propósitos «de gran alcance» como los Juegos Olímpicos que aspiraba a preparar para 2016, y de sus propias palabras vienen saliendo propósitos de escaso entusiasmo: si acaso, formar parte de un eventual gobierno que pudiera presidir Rajoy desde 2012… Por si fuera poco, la dirección de su partido forzaba a su segundo, Manuel Cobo, a retirar la demanda contra sus compañeros de la comunidad de Madrid por el Caso de los Espías. Gallardón sabe que mientras tanga a Esperanza Aguirre «por encima», como presidenta del PP madrileño, tendrá pocas posibilidades de lucimiento y para prosperar, por más que Rajoy tenga en él mucha mayor confianza que en su adversaria Aguirre.

Pero, tanto en la Comunidad como en el Ayuntamiento de Madrid, el problema para los socialistas se llama candidato. Es evidente que Trinidad Jiménez resulta, a simple vista, más visible y aprovechable que Tomás Gómez. Y no es peor la trayectoria de Lissavetzky frente a cualquier otro rival interno. Pero ellos mismos parecen paralizados por la eventualidad de tenerse que batir, primero, con los propios, y luego con los candidatos del otro partido, el PP* , y tener que buscar socios complementarios en IU, con bastante probabilidad.

Pero para Zapatero sería un golpe milagroso. Poder batir al PP y a los hombres de Rajoy en las municipales o autonómicas, en cualquier punto de España, y más si pudiera ser en Madrid, le daría otro impulso, un nuevo aspecto a unas elecciones, las de 2010, que las encuestas le vienen advirtiendo que podría perder…

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