Las comunidades autónomas, por supuesto, no están dispuestas a aplicar programas de austeridad realmente efectivos y muchos ayuntamientos continúan al borde de la quiebra
Elena Salgado ha presentado los presupuestos con su habitual estilo entre tenso y dubitativo, enfrentada a un manojo de papeles sobre los que planea su mirada angustiada.
La vicepresidenta despliega un lenguaje corporal, un tono de voz y una sintaxis que multiplican las órdenes de venta en los parqués, aterrados por la imagen de desasosiego que transmite.
Esta mujer no llegará al final de la legislatura si sigue empecinada en desempeñar un cometido que la desborda sin remedio.
En consonancia con su incompetencia, la previsión de cuentas públicas que acabamos de conocer es un anuncio del desastre.
No solamente no cuadran internamente, sino que se apoyan en hipótesis falsas. Nadie cree que el PIB español vaya a crecer más del 1% en 2011 ni tampoco es de recibo anticipar una subida del consumo del 1,8% junto a un incremento del paro hasta alcanzar cotas próximas al 20%.
Por otra parte, el recorte aplicado a las inversiones en infraestructuras y en I+D presagia una grave pérdida de competitividad mientras la subvención a los partidos políticos sigue al alza, en una clara demostración del divorcio entre las prioridades de los que gobiernan y las que la sociedad demanda.
Las comunidades autónomas, por supuesto, no están dispuestas a aplicar programas de austeridad realmente efectivos y muchos ayuntamientos continúan al borde de la quiebra.
Una recesión en W nos acecha y tras el respiro artificial proporcionado por el paquete de medidas impuestas por parte de Bruselas la situación de fondo, que no ha cambiado, nos está devolviendo a la zona sombría de un diferencial preocupante con el bono alemán, un descenso de la calificación de nuestra deuda y una valoración muy negativa de los mercados sobre la salud de nuestra economía.
José Luis Rodríguez Zapatero es una piedra cada día más pesada atada a nuestro cuello y en tanto no nos liberemos de ella el fantasma griego seguirá rondándonos. Por piedad, que se marche de una vez.
NOTA.- este artículo se publicó originalmente en La Gaceta.