La extrema debilidad de una economía española que ni parece haber tocado fondo ni suscita la menor confianza
Vivimos momentos de incertidumbre. Casi todas las Bolsas europeas cerraron este 5 de septiembre de 2011 con caídas superiores al 4%.
La prima de riesgo de España subió a 340 puntos y la de Italia a 370 puntos, pese al incrementado activismo del Banco Central Europeo comprando bonos de estos dos países.
Y el pesimismo tiñó el latido del mundo económico, tras las advertencias del FMI y el Banco Mundial sobre la posible inminencia de una nueva recesión.
En este contexto, la pregunta es si España podrá aguantar hasta el 20 de noviembre, fecha de las elecciones, sin una ayuda de la UE o del FMI que le permita reducir su dependencia de los mercados de capitales.
Es evidente que entre PSOE y PP, dos partidos que suman el 90% de los diputados, no existe consenso sobre cómo afrontar la crisis.
Y sus diferencias son patentes cuando se analizan las declaraciones más recientes de Rubalcaba y Rajoy. Los candidatos a la presidencia del Gobierno d elos dos grandes partidos españoles defienden dos vías opuestas para salir de la crisis.
El candidato socialista, que ha formado parte durante casi 8 años y como figura clave del ejecutivo que nos ha llevado a este desastre, propuso este 5 de septiembre el restablecimiento del impuesto sobre el patrimonio, eliminado por él y los suyos hace un par de años, y la imposición de una tasa a la banca, que no definió.
Rubalcaba afirma que los ingresos de ambos impuestos alcanzarían los 2.500 millones de euros, suma que no llega ni al 5% del décifit presupuestario previsto para este año.
Rajoy se mostró totalmente contrario a cualquier subida de impuestos y subrayó que establecerá incentivos fiscales a los emprendedores. Hace unos días, se había comprometido a rebajar del Impuesto de Sociedades.
Los ciudadanos van a poder elegir dentro de dos meses y medio entre ambas alternativas, pero cabe albergar pocas dudas sobre la idea de que la recuperación de la economía española no pasa por subir los impuestos y mantener el actual nivel de gasto público.
En el tiempo que resta hasta los comicios, el Gobierno de Zapatero se va a ver obligado probablemente a tomar nuevas medidas de ajuste para evitar una intervención que vuelve a ser una posibilidad real, dada la extrema debilidad de una economía española que ni parece haber tocado fondo ni suscita la menor confianza.