Este lunes 21 de septiembre, los lectores de El Mundo --y el resto de la profesión-- se desayunaron con una despiadada portada, donde se lanzaban a degüello contra Prisa por la TDT de pago.
¿Ha cambiado o no El País de ideología?, nos hemos preguntado los últimos días desde la Defensora del Lector del diario de Prisa tuviera que salir a defender a su director, Javier Moreno, con un artículo titulado El País y Zapatero: una crítica incómoda en el que explica por qué escribió un editorial duro con el presidente del Gobierno.
Este lunes 21 de septiembre, los lectores de El Mundo –y el resto de la profesión– se desayunaron con una despiadada portada, donde se lanzaban a degüello contra Prisa por la TDT de pago.
Hoy martes el culebrón continúa. Esta vez salen a la palestra dos reputados analistas de temas periodísticos, quienes como si de un combate de boxeo epistolar dedican sus columnas al tema. Víctor Serna, en El Mundo, titula más informatívamente El País desconcierta a sus lectores, mientras que Enric González lo hace en las páginas de comunicación de El País con un escueto Silencio.
Por su interés, reproducimos a continuación ambos artículos.
VÍCTOR DE LA SERNA
‘El País’ desconcierta a sus lectores
El pasado día 17, un editorial de El País titulado El embrollo fiscal venía a marcar un hito en esa caída del caballo -prolongada, paulatina, a cámara lenta…- en el camino de Damasco que está siendo la ruptura del periódico-tótem de la izquierda con José Luis Rodríguez Zapatero a raíz de la jugada de la TDT de pago. (Una jugada que, contaba el domingo en EL MUNDO Casimiro García-Abadillo, nació del trato humillante que Juan Luis Cebrián dio a ZP en 2000).
En ese editorial se afirmaba: «Si, como ocurre en España, la recesión es muy pronunciada y la recuperación lenta y distante, cuadrar las cuentas públicas no puede ser la máxima prioridad. Eso no significa que el plan no tenga que estar preparado, a ser posible con el respaldo de la oposición. Pero su aplicación ha de esperar a que se detenga la destrucción de empleo. Entonces, y sólo entonces, será el momento de elevar los impuestos».
Las reacciones de los lectores -que se pueden leer en elpais.com- fueron muy interesantes. Algunas mostraban desconcierto y enfado:
«Ya llega la multitud con horcas y antorchas a linchar a Zapatero y arreglar la situación. Zapatero es el presidente más honesto desde Azaña, en mi nombre sí a la retirada de Irak, sí a la negociación con ETA, sí a la ley de la Memoria Histórica, sí a las ayudas sociales, sí a la reforma del aborto, sí al estatuto catalán, sí a la imagen internacional y por supuesto sí a la subida de impuestos cuando hay que arrimar el hombro y colaborar, de ésta saldremos poco a poco y entre todos». «Que El País piense quien le compra los periodicos. No digo más». «Ayer en la tertulia política de Hora 25 [se] aseveró que la negociación con ETA en época de tregua fue un error estratégico de Zapatero, cuando hasta ahora no sólo no se criticaba sino que defendía y alentaba tal decisión del presidente del Gobierno. Asumiendo así las tesis de la prensa conservadora y utilizando ETA para hacer crítica política, algo que desde vuestros medios siempre se ha criticado. Son los mismos métodos que la Cope». (No debe referirse a esta Cope que coloca a Anxo Quintana de tertuliano, claro).
Pero otros muchos comentarios iban en sentido opuesto. Una gran mayoría. Por ejemplo: «Enhorabuena por el editorial de hoy, ya iba siendo hora que un medio de comunicación desde la izquierda denuncie que por este camino nos vamos todos al carajo». No daban, esos opinantes en internet, la impresión de ser lectores habituales de El País, vista la dureza de sus comentarios. Los lectores fieles brillaban en general por su ausencia. No debe ser fácil digerir tan copernicano vuelco…
ENRIC GONZÁLEZ
Silencio
Antes, las redacciones de los periódicos eran un guirigay muy entretenido. Había gritos, risas, lágrimas, discusiones: un ambiente ruidoso, industrial. Se hacían diarios bastante malos, pero amenos. Ahora es distinto. Las redacciones son graves y silenciosas. El silencio físico es atribuible a los ordenadores. Las causas del silencio mental se resumen en tres palabras: Bolsa, sinergias, multimedia. Podrían considerarse términos neutros; sin embargo, no lo son. Encadenan el crédito del periódico a la rentabilidad como criterio supremo, a las servidumbres internas del grupo empresarial y a las concesiones gubernamentales.
Como decía, en las redacciones de hoy parece que se fabriquen prospectos farmacéuticos. Y quizá eso sirva de algo en un futuro. Algún día se le ocurrirá a algún editor insertar en primera un recuadro con posología, contraindicaciones y advertencias.
Por ejemplo: «La empresa editora de este diario se siente perjudicada por el Gobierno y el Gobierno se va a enterar». O: «La empresa editora de este diario ha sido muy beneficiada por el Gobierno y Zapatero es más guapo que Brad Pitt». O: «La empresa editora de este diario está negociando un ERE con el Gobierno autonómico; disculpen la interrupción de cualquier crítica a dicho Gobierno». O: «La empresa editora de este diario está en manos de una caja de ahorros, pero la sección de Deportes sigue siendo buena». O: «La empresa editora de este periódico juega con varias barajas, así que Zapatero lo hace de pena pero estamos con él, y Rajoy nos parece lamentable pero si llega al Gobierno seremos todos más felices».
¿Cambiarían algo esas advertencias? No, no cambiarían nada. Ya sabemos todos de qué van las cosas y cada uno tiene su opinión. Ahí va la mía: no me gustan los periódicos que dan coba disfrazada de ideología, me gustan los periódicos que critican al que manda. Sean cuales sean las razones (sé tanto como cualquier lector), me gusta que EL PAÍS sea crítico con Zapatero. Primero, porque manda. Segundo, porque lo merece. Tercero, porque prefiero el periodismo rabioso, aunque esté encadenado a la Bolsa, las sinergias y las concesiones televisivas.