¿Descubriremos algún día que tiene también un gabinete negro para manejar la información según su interés?
El PP ha pedido la dimisión del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, por haber amenazado supuestamente al diputado popular Carlos Floriano con la frase «escucho todo lo que dices y veo todo lo que haces» a la salida del Pleno del Congreso.
El vicesecretario de Comunicación del PP, Esteban González Pons, en rueda de prensa en el Congreso, ha afirmado que Rubalcaba no puede seguir «ni un minuto más» como ministro después de esta amenaza y de insultar a Floriano llamándole «paranoico» en una riña en la que tuvo que mediar el presidente de la Cámara, José Bono.
Según González Pons, los hechos han ocurrido en el Salón de Pasos Perdidos, en frente del hemiciclo, después de que Floriano preguntara a Rubalcaba en la sesión de control por el uso del sistema integrado de interceptación telefónica (SITEL), que el PP considera ilegal.
ALGARRA: «EL FOUCHÉ DE NUESTRO TIEMPO«
El sistema Sitel será legal, tal como asegura el portavoz parlamentario socialista José Antonio Alonso, pero una utilización indiscriminada del mismo, que permita al ministro del Interior escuchar las conversaciones privadas de cualquier ciudadano, va contra las garantías del Estado de derecho. No es de extrañar que a Alfredo Pérez Rubalcaba se le conozca ya como el Fouché de nuestro tiempo, el político francés considerado como el inventor del espionaje moderno.
Joseph Fouché y Pérez Rubalcaba tienen pinceladas comunes en su carrera política. Ambos se caracterizan por su habilidad para asegurarse su propia supervivencia y por mantenerse en el poder a toda costa, al margen de quién esté en el gobierno. Fouché vio desfilar los cadáveres de sus enemigos: Mirabeau, Marat, Robespierre, Desmoulins, Danton, Lafayette…
También Rubalcaba ha sobrevivido a todos los gobiernos socialistas mientras sus adversarios han ido cayendo en el ostracismo. Pero Fouché, Duque de Ostranto, es también el artífice del gabinete negro, una oficina de censura de prensa pretendidamente poco eficaz que, de hecho, permitía o prohibía determinadas publicaciones en función del interés del propio Fouché de inquietar al Gobierno de Napoleón. Si su peso político se cuestionaba, permitía la publicación de panfletos que amenazaban al régimen bonapartista, para de inmediato, poner al descubierto la trama y recuperar el favor del poder. Eso se llama agit-prop, agitación y propaganda, algo en lo que Rubalcaba ha demostrado ser un maestro.
LA GACETA ha puesto al descubierto que Rubalcaba es el dueño de Sitel y puede utilizarlo a su antojo. ¿Descubriremos algún día que tiene también un gabinete negro para manejar la información según su interés? De ser así, ¿funcionará a través de mensajes SMS? La información es poder. Y Rubalcaba no sólo lo sabe, la tiene.
Javier Algarra es director de Informativos de Intereconomía.