Manuel Chaves cometió un error aceptando la vicepresidencia tercera del Gobierno sin haber pactado con el presidente Zapatero cuales iban a ser sus competencias
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En el PP dan por amortizado el caso Gürtel. Creen que lo peor ya ha pasado, que la crisis está amainando, por más que aún queden flecos sueltos.
Así las cosas, han decidido que no pueden dejar que el PSOE se vaya de rositas respecto a los escándalos de corrupción de manera que apuntan alto, al vicepresidente Chaves.
La Junta de Andalucía concedió en su día un incentivo a una empresa, Matsa, en la que trabajaba una hija de Manuel Chaves. El PP quiere demostrar que Chaves favoreció a la empresa de su hija con lo que habría incurrido en una irregularidad. El ahora vicepresidente lo niega, y lo hace con convicción y hasta el momento nadie ha podido demostrar que no diga la verdad.
Pero el PP intenta acorralar a Chaves, desgastarle políticamente sembrando sospechas sobre sus actuaciones cuando era presidente de Andalucía.
Se trata de cobrarse una pieza importante, un miembro del Gobierno, poder decir que no están dispuestos a recibir lecciones de los socialistas, y que si ellos han sufrido Gürtel, el PSOE tampoco está en disposición de tirar la primera piedra.
Observo la indignación de Chaves cada vez que tiene que defenderse sobre el asunto Matsa. Se defiende con la rabia del que se sabe injustamente acusado.
Pero percibo algo más, percibo soledad, la soledad de un hombre aparentemente poderoso porque es vicepresidente, pero que no parece haber encontrado su encaje en el Gobierno.
En mi opinión, Manuel Chaves cometió un error aceptando la vicepresidencia tercera del Gobierno sin haber pactado con el presidente Zapatero cuales iban a ser sus competencias, definiéndolas meticulosamente.
Realmente tiene poco espacio entre la vicepresidenta De la Vega y la vicepresidenta Salgado. Ninguna de las dos le ha cedido, ni le va a ceder, ni centímetro de sus competencias.
Chaves quería dejar la Junta de Andalucía antes de terminar su mandato para que su sucesor se fuera haciendo con el cargo, y esta decisión era acertada, pero a mi juicio se equivocó aceptando venir a Madrid.
Por lo pronto, se le percibe como una pieza suelta en el Gobierno y eso le coloca en una situación de debilidad.
Cuando Manuel Chaves era presidente de Andalucía los populares se desgañitaban con acusaciones inútiles porque pinchaban en hueso.
Ahora las cosas han cambiado, el peso político de Chaves no es el mismo en el Gobierno que el que tenía cuando presidía Andalucía.
Por eso el PP cree que ahora ha llegado su momento de pasar factura a Manuel Chaves por los muchos años en que ha frenado su avance en Andalucía. No creen que les cueste mucho derrumbarle precisamente por esa falta de encaje evidente de Chaves en el Gobierno.
El problema del vicepresidente es que no tiene más remedio que tirar hacia adelante y defenderse pero pagando un alto coste de desgaste político.
A toro pasado es fácil decirlo, pero Chaves cometió un error dejando Andalucía. La lejanía le daba más poder incluso entre los suyos, al fin y al cabo es el presidente del PSOE, era el último contrapoder que Zapatero tenía en su partido.
Con Chaves contra las cuerdas, Zapatero puede decir que el PSOE es definitivamente suyo.