Conferencia de presidentes autonómicos

La ONU en el Senado

La foto nos muestra la presente España saqueada por los políticos

Un sistema irresponsable y, al cabo imposible, crecido a la sombra de la impunidad, el clientelismo y el despilfarro

La foto con más de docena y media de banderas autonómicas situadas detrás de la larga mesa con nuestros apoltronados próceres disfrutando de ese momento de gloria impresiona sí, pero no muy favorablemente en estos tiempos de crisis, en los que mucha gente es arrojada al borde de la miseria o algunas regiones infectadas de separatismo egoísta y suicida montan impúnemente referenda ilegales por su cuenta y riesgo.

Si se me permite recordar el manido axioma Macluhaniano la foto es el mensaje: una constatación gráfica del regreso a un especie de de feudalismo con nuevas tecnologías. Porque este engendro asambleario más propio de reuniones de países soberanos en las que conviene conciliar voluntariamente diferentes soberanías no está contemplado en la constitución supuestamente vigente. El control de la actividad de los órganos de las comunidades autónomas según el artículo 153 de la constitución se ha de ejercer por el Tribunal constitucional, por el Gobierno, por la jurisdicción contencioso- administrativa, o por el Tribunal de Cuentas. Por un delegado del gobierno en cada comunidad, artículo 154 y, especialmente en el caso de sedición o de atentar gravemente contra el interés general de España, la Ley básica prevé en su artículo 155 que el gobierno podrá obligar a la comunidad autónoma al cumplimiento forzoso de sus obligaciones.

Pero más allá de los distingos legales, la foto nos muestra la presente España saqueada en la que los políticos de la Monarquía, rehuyen sus propias responsabilidades juegan a ponerse zancadillas y robarse el presupuesto unos a otros mientras van dejando a España arrasada como un solar.

Insensibles según parece a un paro del veinte por ciento, rumbo ya a los cinco millones de víctimas, un déficit superior al diez por ciento que hace peligrar nuestra situación dentro del sistema monetario europeo, nuestros apoltronados próceres se divierten juegan a ver quién manda más o se burla más de quiénes y capitaneados por el risueño presidente del gobierno de Su Majestad disfrutan del acto bien abrigados y calentitos en contraste con el frío siberiano de la calle.

Pero la culpa de lo que pasa no es sólo del lamentable Zapatero, su catalizador. Es del propio sistema autonómico. Un sistema irresponsable y, al cabo imposible, crecido a la sombra de la impunidad, el clientelismo y el despilfarro. Y, para colmo, utilizado en algunas de las comunidades para perseguir y laminar los derechos civiles de la gente, como es el uso del español en cualquier parte del territorio nacional.

Pero más pronto que tarde la crisis institucional, económica y presupuestaria será improrrogable de modo que la gente, dudo mucho en llamarla ciudadanía en estas circunstancias, deberá decidir si quiere seguir siendo parte de una nación e intentar poner remedio a la cosa o bien proseguir en la desbandada del sálvese quién pueda regional, bien entendido que la situación de irresponsabilidad autonómica presupuestaria no podrá tampoco mantenerse.

Aunque acaso ya sea demasiado tarde y no quede sino resignarse a un big bang inevitable y pedir que las potencias extranjeras que recojan nuestros cascotes no abusen demasiado de nosotros.

 


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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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