Sin olvidar al tenebroso P. Arzallus o al diabólico obispo Setién, o al arcipreste de Irún, más conocido como el arcipreste de ETA que escondía sus armas caínitas en la sacristía
A la luz de la violenta y soberbia reacción de la mayoría del clero guipuchi al nombramiento de Monseñor Munilla como obispo de San Sebastián, su ciudad natal, cabe pensar que haya sido un acierto y pueda constituir un golpe significativo contra el nacionalismo vasco y la ETA, porque está por ver cómo evoluciona la organización asesina vasca sin las simpatías o incluso complicidades de las instituciones autonómicas o diocesanas.
ESCÁNDALO MAYÚSCULO
Por desgracia, no es la primera vez que la teocracia vasca con su fanatismo liberticida antiliberal protagoniza un escándalo mayúsculo en sus intentos por marcar su territorio como hacen los lobos, y de convertir, como decía el vizcaíno Indalecio Prieto, a las provincias vascongadas en una especie de Gibraltar del Vaticano ad maiorem gloria sua.
Durante el siglo XIX ensangrentó España y promovió hasta tres guerras de religión en 1833, 1846 y 1872, y la acción de sociedades criminales como El Ángel Exterminador para el secuestro y la liquidación física de liberales, con consecuencias letales para el fomento de la ciencia, la industria, las artes y la agricultura, y lo que es peor, los hábitos de tolerancia, convivencia y respeto pacíficos entre los españoles.
«EL PALETO SABINO ARANA»
El fanático paleto e impotente Sabino Arana fue otra de sus más preclaras criaturas, junto a personajes como el P. Astarloa capaz de pontificar sin sonrojo que el vascuence de su valle era la primitiva lengua con la que Dios hablaba a Adán en el Paraíso. Cosa en la que coincide también con sus colegas los talibanes islámicos y la lengua árabe.
Sin olvidar al tenebroso P. Arzallus o al diabólico obispo Setién, o al arcipreste de Irún, más conocido como el arcipreste de ETA que escondía sus armas caínitas en la sacristía, o toda la clerigalla miserable que humillaba luciferina y cobardemente a las familias de las víctimas de ETA cuando buscaban consuelo evangélico en su desolación.
Gentes pintorescas que en su farisaica soberbia luciferina no quieren aceptar que el propio Jesús era maketo. Que habiendo podido elegir el lugar de su llegada al planeta para anunciar su mensaje de Paz y Fraternidad abierto a todos, no eligió nacer en Guipúzcoa o Bilbao, sino entre maketos que ignoraban qué es el bacalao al pil pil o las cocochas en salsa verde.
«MUNILLA NO MAKETO SINO VASCO»
Pero el nuevo obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla no es maketo sino vasco y donostiarra, pero acaso no es de Euskadi, esa palabrota inventada por Arana que no designa un territorio o región sino que viene a significar algo así como el conjunto de vascos de pura raza vasca que hablan en vascuence.
Porque no sólo atañe a los fieles del catolicismo sino que puede tener consecuencias importantes para la convivencia en paz de todos los españoles sean cuales sean sus convicciones más íntimas, desde cualquier posición política o religiosa de buena voluntad cabe desear suerte al nuevo obispo de San Sebastián en su intento de evangelizar y civilizar a esta gente, a la que el resto de los españoles hacemos responsables de la conservación de la integridad física del prelado.