Tenemos que defender las grandes conquistas del régimen: Record en paro general y juvenil. Déficit astronómico. Despilfarro y corrupción generalizadas...
Hacía tiempo que Pepiño no nos alegraba los telediarios con alguna de sus glosas a la gallega, como la merluza o el pulpo.
Se le echaba de menos, como en tiempos a las gracietas de otro farsante, el señor Guerra, de la Sevilla milagrosa y milagrera, la tierra de Monipodio, mienmano el del cafelito, mi niña la caza subvenciones, la Garduña y María Santísima.
Pensábamos que el haber cambiado el basto dril y las rústicas almadreñas de su Miño natal por delicados trajes italianos de alpaca o seda fría y zapatos de tafilete, le había hecho rectificar su natural rudeza. Pero no, la cabra tira al monte, como los controladores aéreos acaban de comprobar en sus carnes y en el BOE. Porque, ¿desde cuándo un profesional va a ganar lo que un político nacional-socialista y… sin robar? Intolerable.
EL TIMONEL DEL PISUERGA
Y Pepiño ha vuelto a su querencia. Y declara muy serio, como si estuviera en una taberna de su pueblo lucense, tomando una taza de ribeiro hecho en Zamora: La culpa de lo que pasa en España no la tiene ZP ni su calamitoso gobierno de ineptos, embusteros y ministras objeto. Ni sus banqueros ni monopolistas amigos. No, qué va, la culpa la tiene la conjura internacional de esa maliciosa gente extranjera que nos envidia y nos odia pues no puede aceptar las grandes conquistas del Régimen. Por eso se nos denigra y se pretende la ruina de nuestro gran Líder, nuestro gran Timonel del Pisuerga.
Se nos quiere echar del euro como otrora se echó de la ONU a la España del invicto Caudillo según aparece en el NODO.
LAS GRANDES CONQUISTAS
Gracias que los españoles tenemos un Pepiño que nos explica lo que nos pasa en los telediarios para que no nos confundamos, para que no sigamos presos de la «maya» de la ilusión que nos ciega y engaña. Mientras se organiza una gran manifestación de desagravio en la plaza de Oriente para decir a todo el mundo que nosotros somos así. Para demostrar que, bajo la sabia y feliz gobernación del primer ministro de Su Majestad, la Nación discutida y discutible no se rinde ante la conjura judeo-masónica internacional. Que tenemos que defender las grandes conquistas del régimen:
Un Estado descomunal contra una empobrecida Nación. Unidad de Poder y separación de Funciones. Record en paro general y juvenil. Déficit astronómico. Despilfarro y corrupción generalizadas. Incertidumbre sobre la solvencia del Reino. Suspensión de pagos. Record en fracaso escolar, violencia y anarquía en las aulas patera, abortos de adolescentes y tráfico de drogas. Paraíso de la delincuencia internacional. Historia en construcción recreativa.
Caos legislativo. Muchedumbre creciente de funcionarios y funcionarias que sólo responden ante su cacique de taifa. Persecución de la lengua común de todos los españoles. Diezmo titiritero. Una oposición de pitiminí.
Pero Pepiño, nuestro bizarro ministro para la cosa esa del Fomento, un prohombre socialista que no nos merecemos tiene a bien explicarnos lo que pasa.
Al cabo, «mi no engañarse: Rostro pálido habla palabras engañosas por boca de serpiente».