El enfermo está mal pero no hay forma de que los médicos se pongan de acuerdo en el tratamiento
El debate en el Congreso ha sido un debate interesante, pero, por desgracia, no nos ayudará a salir de la crisis. Zapatero ha tratado de ganar tiempo: anuncia la creación de una comisión -Salgado, Blanco, Sebastián, en busca de la piedra filosofal creadora de empleo- y Rajoy, que no ha querido arriesgarse a plantear una moción de censura, le ha traspasado ésa responsabilidad al Grupo Parlamentario socialista recordándoles que sí quisieran podrían cambiar al presidente del Gobierno ahora que aun estamos en la mitad de la legislatura. Una insidia malévola que, por cierto, de Thatcher a Blair, tiene precedentes en nuestro entorno.
Debate interesante, digo, con momentos patéticos, como cuando ZP ha vuelto a recaer en el vicio de la profecía («Empezaremos a crear empleo antes de final de año») y momentos crueles como aquél en el que Rajoy dijo que no es que a Zapatero ahora le miren mal en Europa, es que «ahora le conocen». Y del pacto que pedía y pide la mayoría de los españoles, ¿qué? Pues del pacto, nada. Las condiciones que pone Rajoy para hablar de pacto, en la práctica, constituyen una enmienda a la totalidad de lo que han sido hasta ahora los planes del Gobierno y son rechazadas por un Zapatero que aunque está en su momento más bajo de popularidad y de pérdida de confianza entre los electores confía en que la recuperación económica de Alemania, Francia y otros vecinos acabe tirando del carro español.
En política, dos años son una eternidad y al paso del tiempo confía Zapatero su suerte. Conclusión: el debate ha servido para confirmar lo que ya sabíamos: que el enfermo está mal pero no hay forma de que los médicos se pongan de acuerdo en el tratamiento. Así las cosas, quizá lo mejor sería consultar al enfermo. Sigo pensando que la mejor salida sería ir a las urnas. Que cada partido lleve su plan para afrontar la crisis a su programa electoral y que decidan los ciudadanos.