El periodista repasa el artículo de Ángeles Escrivá para el diario El Mundo

El integrismo islámico lo tenemos en casa

A su juicio, la actitud de los fieles se va empañada por unos cuantos fanáticos

El integrismo islámico lo tenemos en casa
Islam, velo, censura y mujeres musulmanas. TM

El practicar la religión musulmana por parte del millón de fieles que habitan en nuestro país no está en cuestión

España lleva mucho tiempo sin querer ya no ver sino ni tan siquiera mirar. Pero el integrismo islámico no está en desiertos lejanos sino en la propia puerta de nuestras casas. Hemos querido olvidar que el 11-M fue obra material de fanáticos musulmanes, criados entre nosotros, alguno hasta privilegiado con nuestras becas de estudios, que asesinaron a 192 personas en el atentado más terrible y masivo de nuestra historia. Nos hemos pasado años discutiendo flecos y no hemos querido reflexionar sobre lo evidente.

Ni siquiera hemos querido pararnos a pensar que el cadáver del GEO Javier Torronteras fue profanado y mutilados por cómplices a los que nunca se ha descubierto ni detenido.

Pero ellos no han permanecido inactivos. Han seguido incubando, adoctrinando, sembrando el odio y preparando adeptos para la atrocidad y la barbarie. El espléndido reportaje de Ángeles Escrivá en el diario El Mundo publicado el pasado domingo resulta estremecedor. Más de cien mezquitas de las cerca de mil existentes en España enseñan el islamismo más radical y en algunas de ellas aún se va más lejos impartiendo unas enseñanzas que nada tienen que envidiar a las «madrassas» de Pakistán.

So pretexto de respeto a la libertad de religión se inculcan valores de guerra santa, de violencia, de dominio y de conquista del islam. Valores en absoluto compatible ni con la libertad ni con los derechos humanos ni, por supuesto, con nuestra Constitución.

Impunemente, tolerados e incluso pagados con fondos públicos. El reportaje es extenso, bien documentado, y la policía y el CNI corrobora esos extremos. Pero una sociedad buenista y quizas miedosa y atemorizada no quiere ver. Prefiere envolverse en mantras de tolerancia y buen rollismo ante quienes desde la intolerancia pretenden imponer sus doctrinas y en absoluto respetan ya no unas costumbres sino unos valores y unos principios, los citados de libertad y derechos humanos, a los que con tanto sufrimiento a lo largo de la historia costó llegar.

Los detalles y los síntomas son creciente. En Gerona aparece un «tribunal islámico» que condena a muerte una mujer por haber tenido relaciones con un «infiel». Por doquier los imanes predican la violencia, en ocasiones hasta escriben libros de cómo aplicársela a la mujer, o llegan organizados como turistas para protagonizar altercados en Córdoba. ¿Se imaginan ustedes la reacción si un grupo de cristianos pretendiera rezar en una mezquita de Estambul o de Fez y no digamos ya en cualquier lugar de Arabia Saudí?.

El practicar la religión musulmana por parte del millón de fieles que habitan en nuestro país no está en cuestión. El que grupo de fanáticos pretendan acabar con nuestra civilización, nuestro esquema de principio y valores es cosa bien diferente. La sociedad debe despertar y la policía actuar. Cuanto antes y antes de que sea demasiado tarde.

 

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Autor

Elena Bellver

Redactora de contenido web & Seo, Copywriter & Community Manager. Es la redactora de las recetas de cocina de Periodista Digital.

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