Escucho por la radio a Francisco Caamaño, ministro de Justicia, y sus palabras me desasosiegan; sin embargo, parece un hombre moderado y sensato.
Catedrático de Derecho Constitucional, joven y gallego, su verbo pausado no tendría por qué preocuparme, pero me preocupa. ¿Por qué?
Caamaño fue uno de los asesores áulicos de ZP e intervino en el trágala del nuevo Estatuto de Cataluña y, según se supo, su labor consistió en limar los aspectos más llamativos (y peregrinos) del texto desmadrado que el Parlamento de Cataluña había enviado a las Cortes.
Tengo la certeza de que la labor podadora de Caamaño y de otros resultó insuficiente y que aquel intento conciliador no fue capaz de meter -no hubiera sido posible ni a martillazos- aquel bodrio hipernacionalista dentro de los límites constitucionales.
Pero no es su currículum ni su valía intelectual lo que me preocupa. Lo que sí me pone nervioso es el anuncio que realiza el ministro de Justicia:
«En breve el Gobierno llevará a las Cortes una ley de libertad religiosa».
Y ustedes se preguntarán:
«¿Por qué le asusta a este señor una ley que a él, por ser laico, no le afecta en nada?».
Pues bien, me preocupa porque creo conocer las intenciones de ZP y sus allegados con estas iniciativas: irritar a un grupo para que se sienta agredido, reaccione y saque su gente a la calle… y así amenazar con el único argumento que le va quedando a ZP: «¡Que viene la derecha y os va a comer los higadillos!«.
Todo el mundo sabe que el estamento preferido del Gobierno a la hora de hacerle cosquillas sobre su piel es la Conferencia Episcopal. Según se ha dicho, las manifestaciones de impulso episcopal realizadas en la anterior legislatura le metieron un millón de votos en el bolsillo a ZP.
Eso explica la Ley del Aborto y me temo que también esta ley religiosa que ahora se anuncia. Si es así, alguien debería recordarles a los obispos un par de cosas: a) que la mejor forma de enfrentarse a una provocación suele ser mirar a otro lado y b) que una ley se cambia por otra.
NOTA.- este artículo s epublicó originalmente en La Gaceta.