A vueltas con la reforma laboral.

Es importante la decisión del PP de abstenerse en la votación de la reforma laboral. Lo es porque siempre se ha negado ese partido a la más mínima concesión al Gobierno en materia de lucha contra la crisis económica. Lo que ya se duda es que ese respiro que le da al Gobierno se deba a otra cosa que no sea su necesidad de salvar la cara ante el apoyo internacional, también del propio Obama, a las medidas adoptadas por el equipo de Zapatero en todas las direcciones. Y de salvar la cara ante sus propios correligionarios europeos, que también han apoyado unánimamente las decisiones económicas del Gobierno español, en muchos casos con grandes elogios. Mariano Rajoy, de elogios ni uno solo, claro, no sea que eso pusiera en riesgo sus elecciones de dentro de dos años. Rajoy cree que desde ahora ya no se le podrá llamar al PP el partido del no. También creen que en la tramitación de la reforma como proyecto de ley le van a dar la vuelta a la tortilla y la van a convertir en un producto «made in Génova». Digo yo que tendrán que contar con el voto de los demás, incluidos los socialistas. Difícil tema.

Tampoco es corriente que un diputado socialista no siga en el Parlamento la disciplina de voto de su partido, como es el caso de Antonio Gutiérrez, diputado del PSOE, presidente de la Comisión de Economía y, sobre todo, ex secretario general de CC.OO. La decisión de Gutiérrez, comprendida por su partido, la veo como un chorro de aire fresco en los comportamientos de la democracia. Un señor que ha sido el máximo líder de tan importante sindicato no iba a votar ahora a favor de una reforma que ha encrespado la protesta sindical y ha provocado la convocatoria de una huelga general. Lo de Gutiérrez ha sido una muestra de lo que debería ocurrir siempre que existan esas discrepancias esenciales pero circunstanciales en el seno de un partido. El diputado y su partido salvan así la dignidad de cada uno de ellos. Además, creo recordar que la Constitución española prohíbe el mandato imperativo, mandato que es una contradicción con la propia esencia de la democracia.

 

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