Escaño Cero.- Feminismo de quita y pon.

Escaño Cero.- Feminismo de quita y pon.
Carteles de mujeres policías.

Los incidentes que se están produciendo en la frontera entre Melilla y Marruecos empiezan a adquirir una dimensión más que preocupante y una vez más el PP INTENTA SACAR rédito de la situación. Pero entre echar leña al fuego a unas ya difíciles relaciones con Marruecos y callarse ante lo que está sucediendo hay un trecho por el que transitar. Y yo la verdad es hay actitudes y silencios que no entiendo. No, no entiendo que el ministerio de Igualdad con la ministra Aído al frente no muevan un dedo frente a esos carteles absolutamente vejatorios y del peor machismo que tiene como protagonistas a las policías que destinadas en Melilla y que están colocados en Marruecos nada más traspasar la frontera con la ciudad autónoma.

Los carteles son vomitivos, y reflejan la suciedad mental, la maldad, y el machismo enfermizo de quienes los han hecho y colocado. Ya saben, no ofende quién quiere sino quién puede, y los que pretenden ofender a las policías españolas lo único que hacen es dejarse a ellos mismos en evidencia, si, enevidencia de machismo ramplón. Ya sé que detrás de los ataques a las policías españolas hay una carga de profundidad contra España, porque periódicamente Marruecos se dedica a reclamar Ceuta y Melilla. El amigo del sur es así, aprieta y aprieta y puede que un día decida apretar hasta ahogar como sucedió hace décadas con la llamada Marcha Verde en que de la noche a la mañana despojaron a España del Sáhara y desde entonces los saharauis se han convertido en presos en su propia tierra.

Lo que está pasando en Melilla no es una anécdota sino una acción concertada cuyo alcance no sabemos hasta donde va a llegar, o acaso si. Y no seré yo quién quiera echar leña al fuego ni mucho menos azuzar para que se produzca un enfrentamiento entre el gobierno de España y el de Marruecos.

Es evidente que los dos países están condenados a entenderse, pero eso si, con unas reglas de juego claras, sin trampas, sabiendo cada cual dónde está y sobre todo donde están los límites, esos límites que a Marruecos les gusta de vez en cuando cuestionar. Desde luego lo que está pasando en Melilla no es un incidente aislado ni una acción inocente, de manera que debemos de esperar que nuestro gobierno, intente que las aguas vuelvan a su cauce. Pero eso si dejando claro que hay líneas que no se pueden traspasar. La cuestión está en saber si nuestro gobierno va a ser capaz de demostrar la firmeza suficiente como para que nuestros amigos marroquíes sepan que España es un país amigo pero que no admite bromas.

Pero a lo que vamos, dejando a un lado las cuestiones de alta política y diplomacia, vuelvo al ministerio de Igualdad y a la ministra Aído. Veran, a mí me sorprende que la ministra sea feminista en unos casos y en otros brille por su ausencia Una feminista nunca puede avalar que una mujer viva en la cárcel que supone el burka, pero la ministra prefiere no meterse en ese charco. Una feminista, que además es ministra, no puede pasar por alto que a un grupo de funcionarias españolas se las veje en unos carteles asquerosamente machistas. Creo yo que la ministra debería de plantar cara sin miedo.

Es muy fácil ser feminista de boquilla y cuando uno no se juega nada. Y eso es lo que hace la ministra y el gobierno. Hacen grandes declaraciones en pro de los derechos de la mujer cuando eso les sale gratis, pero en caso de conflicto, miran hacia otro lado. El suyo es un feminismo de quita y pon en función de intereses concretos de momentos concretos.

Pero es que además esos carteles son algo más que una manifestación del machismo más repugnante, son también un ataque a la dignidad de las personas, al derecho a su propia imagen. Y de esto ni el gobierno ni la ministra del ramo tampoco dicen nada como si tuvieran miedo de enfadar a nuestro amigo del sur.

Pienso que a los amigos no hay que tratarles con ñoñerias sino decirles a las claras cuando están trasgrediendo los límites de la amistad. No se trata, ya digo de echar leña al fuego, sino de marcar los límites. Y eso es lo que muchos ciudadanos echan de menos, que la ministra de Igualdad esté calladita y desde su ministerio se diga que el asunto es cosa de Interior, como también se echa de menos que el gobierno no le diga de una vez por todas al amigo marroquí que amigos somos, pero que un respeto. Vamos, digo yo.

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