Zapatero se ata al timón de la crisis

Zapatero se ata al timón de la crisis
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. EFE/Archivo

Quienes han acompañado al presidente del Gobierno en su viaje a China y Japón aseguran que le han visto muy en forma y seguro de sí mismo, lejos del perfil medio nokeado que transmitía antes del verano. Esa es también mi impresión en este comienzo de curso político. Solo por el benéfico efecto de las vacaciones sobre todo ser humano no puede ser porque, tal como han hecho la mayoría de los líderes políticos, Zapatero este año se ha alejado del despacho poquísimos días, y ‘al pueblo’, en su caso a sus lares leoneses, para dar ejemplo de empatía con los más directamente golpeados por la crisis y austeridad. No olvidemos que este año muchísimos españoles no han podido escaparse ni esos poquitos días tan ricos al pueblo ni que la seguridad del presidente requiere de un despliegue de seguridad más amplio y costoso según se aleja más de la Moncloa

Puestos a buscarle explicación a esta buena forma política del presidente yo me inclino a pensar que bien podría deberse a la tranquilidad de espíritu que produce pensar que uno esta haciendo lo que debe aunque no sea ‘popular’. La tranquilidad del deber cumplido que decían los antiguos. Por ejemplo, no rectificar sus medidas económicas más impopulares contra el déficit, como la congelación de las pensiones o el recorte del sueldo de los funcionarios, para evitarse el «huelgón» que dice CCOO que le van a montar el día 29 por darse a las políticas de la derecha como quien se da al vino. Le costó adoptarlas. Le vinieron impuestas por Obama y por Europa en un fin de semana de olvidar; pero – dicen – las ha hecho suyas. Considera que mantenerlas avala la imagen de firmeza al timón que precisan los mercados para dejar de cebarse con España y volver a vernos como un país fiable. Le ocurre a veces a algunos líderes, «aunque le cueste las elecciones», me aseguran, hará honor a su palabra y a su responsabilidad

Zapatero se ha granjeado en la gestión de esta crisis justa fama de improvisador por volver del revés a veces en horas decisiones tan serias como que no había más remedio que recortar 11.000 millones de euros en obras públicas y parar algunas que ya estaban empezadas, y si lo había, o la prohibición de endeudarse a todos los ayuntamientos que «levantó» ayer como era lógico a los más solventes. Una rectificación más, esta vez a favor de su promesa electoral de no tocar los derechos de los trabajadores ni de los más débiles, además de darle aire en las encuestas siempre podría apelar como argumento de autoridad a eso que remacha sin descanso Rajoy de que el ‘recortar’ las pensiones es una crueldad porque ese dinero el Gobierno lo puede sacar fácilmente de otro sitio. Mejor jugarse las elecciones (que ya se verá, queda mucho partido) que pasar como un frívolo a la historia.

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