Zapatero, un hombre feliz.

MADRID, 11 (OTR/PRESS)

La felicidad puede ser hija de la conformidad básica con uno mismo o de la inconciencia. Dilema que se me ocurre como consecuencia de la entrevista de José Luis Rodríguez Zapatero con la plana mayor de estrellas de la Cadena Ser. Sobre todo pretendió estar satisfecho consigo mismo.

Escuchando al presidente del Gobierno no se entiende como promueve un rechazo de casi el setenta por ciento de los españoles, de los cuales más de un sesenta por ciento consideran que no debe ser candidato a las elecciones generales. El ni se inmuta.

Sus incondicionales, que los tiene, opinan que está siendo apaleado, tal vez porque confuten la crítica con el descrédito: pero algo habrá que hacer, aunque sea para compensar la autosatisfacción insoportable de un político que no ha descubierto la relación que existe entre las acciones políticas con las responsabilidades que promueven.

Hay cosas que casi producen ternura, como la afirmación de que los resultados de las primarias de Madrid, sean los que sean, le fortalecerán como líder: lo cual quiere decir que su apuesta apasionada por Trinidad Jiménez, en caso de fracasar, no le exigirá responsabilidades. Es una consideración coherente con su forma de pensar en política, porque nunca se ha considera responsable de sus propias decisiones. La degradación de la vida política en Cataluña, hija directa de su compromiso público con Pascual Maragall de que aceptaría el estatuto que le enviaran, no le concierne; como ocurrió con la candidatura de Miguel Sebastián o la elección de ministros paracaidistas que luego salieron huyendo. No reconocer la crisis durante casi un año y medio y el retraso consiguiente de medidas elementales tampoco le convocan responsabilidad, por lo que habrá que concurrir que es irrresponsable.

La pérdida del valor de las palabras, la desvirtuación de los conceptos, no es la asimilación del autoengaño con la mentira, porque las convicciones son mucho más intercambiables cuando definitivamente se carece ellas: entonces el utilitarismo es la panacea de todas las soluciones.

El PSOE va a quedar como un erial cuando Zapatero consume su labor; no es un problema grave en la dialéctica de la historia en un partido que tiene casi ciento cincuenta años: otros vendrán que equilibraran el balance de catástrofes promovida por quien no se ha dado cuenta todavía que las decisiones en política tiene un escandallo de consecuencias. Como él no se considera concernido por ninguna responsabilidad, la autosatisfacción con la que sobreactúo en la entrevista de la SER es connatural con su esencia de político que es la falta de responsabilidad. Menos mal que tiene enfrente a Mariano Rajoy, con lo que está garantizada una competición entre dos disminuidos políticos que reducen la capacidad de elección de los españoles entre dos catástrofes para el futuro. Si España sobrevivió a la pérdida de Cuba Y Filipinas, a la dictadura de Primo de Rivera y a la guerra civil, seguro que lo que ocurra no terminará con nuestros sueños.

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