MADRID, 11 (OTR/PRESS)
Me ha parecido patético que el presidente de Castilla-La Mancha haya dado marcha atrás sobre sus recientes opiniones a propósito de la situación política y del liderazgo de Rodríguez Zapatero. El «aparato» del PSOE se le ha echado encima, amen de que varios ministros y dirigentes socialistas le han afeado la conducta, en base a lo que Felipe González calificaba no hace mucho como «patriotismo de partido».
Es verdad que el presidente Zapatero tiene ahora mismo un problema de credibilidad y que las encuestas auguran que los ciudadanos han dejado de confiar en él y en caso de elecciones el PSOE las perdería, y que eso lleva a que la familia socialista se sienta acorralada y le duela cualquier crítica, pero en esta vida la única manera de dar respuesta a los errores es hacerlos frente y no esconder la cabeza hasta que amaine el temporal.
Y es que a pesar de que estamos en el siglo XXI los partidos políticos no terminan de evolucionar y abrirse a la sociedad. Lo que califican de «patriotismo de partido» no es otra cosa que leninismo puro y duro. No se puede criticar al jefe, el jefe es el líder y siempre tiene la razón, cualquier critica es darle munición al adversario de manera que hay que estarse calladito.
Desgraciadamente, este «patriotismo de partido» es común en todos los partidos. Quién lleva la contraria al jefe, quién se atreve a señalar que se está equivocando, inmediatamente es convertido en un proscrito en sus propias filas.
El Presidente de Castilla-La Mancha ya está señalado, por eso ha tenido que salir a disculparse. Supongo que para el señor Barreda la decisión no ha debido de ser fácil, y desde mi punto de vista, ha elegido la peor salida.
Lo peor es que lo que dijo Barreda lo dicen la mayoría de los dirigentes socialistas, pero eso sí «off the record», o en «petit comite». Pero el problema es que creen tener la obligación de decir en público lo contrario de lo que piensan y dicen en privado, y es un juego tan absurdo e inútil que no sé cómo no se dan cuenta de que no engañan a nadie.
Ahora mismo, por más que se empeñen en decir lo contrario, es evidente que el presidente Zapatero se ha «quemado» con las primarias de Madrid, pero, además, de este traspiés, los ciudadanos han ido dejando de confiar en él, en primer lugar porque se está saltando su programa electoral por imperativo de los organismos internacionales. Creo yo que cuando uno tiene que hacer lo contrario de lo que ha prometido tiene que explicarlo, pero sobre todo tiene que pedir la confianza de los ciudadanos para hacerlo. Pienso que si Zapatero hubiera convocado elecciones diciendo a los electores que para salir de la crisis hay que aplicar las recetas de la UE y del Fondo Monetario Interacional, la mayoría de sus votantes le habrían respaldado. Pero resulta que reconoció mal y tarde la crisis económica, que se ha desdicho de su programa electoral, que está haciendo el programa que haría el PP si estuviera gobernando, que no se encuentra cómodo haciéndolo y se le nota, etc, etc, etc. y, claro, ese le ha ido restando credibilidad.
Así las cosas, Barreda dijo en voz alta lo que otros dicen en voz baja y la que se ha armado, pero lo cierto es que lo que ha dicho Barreda es lo que piensa la mayoría de los ciudadanos a tenor de lo que dicen las encuestas. El «patriotismo de partido» debería de ser algo diferente a hacer la ola al líder de turno. Sobre todo por aquello de que los ciudadanos no somos tontos.
