La locuacidad del discurso del batasuno será proporcional a los límites que marque el Tribunal
El PSE tiene un secretario general sensato aunque balbuceante, Patxi López, y un personaje desquiciado y atrabiliario en su presidencia, Jesús Eguiguren. Es una lástima.
Estamos ante un sujeto siniestro que sólo enreda y busca notoriedad. Otegi ha sido un fiel soldado de ETA. Un portavoz de Batasuna que nunca condenaba los crímenes de la banda.
No era Gerry Adams o Martin McGuinness, sino un mero peón sin peso dentro de la banda terrorista. Por ello, su capacidad de maniobra o influencia ha sido inexistente.
Es cierto que algunos no lo quisieron entender y le dieron un protagonismo excesivo, pensando que era algo más que un sicario.
No es más que un ser deleznable, como el resto de sus compinches. Lo sorprendente no es que Eguiguren actúe como testigo a su favor, sino que el PSOE lo permita.
Es una bufonada y un insulto a la inteligencia. Otegi, como el resto de etarras y colaboradores de la banda, debería pudrirse en la cárcel. Por ello, lo que cabe esperar de un demócrata es que testifique en su contra.
OTEGI EN EL BANQUILLO
Solo ocho meses después de su última condena a dos años de cárcel por enaltecimiento del terrorismo, el ex portavoz batasuno Arnaldo Otegi vuelve a sentarse hoy en el banquillo de los acusados de la Audiencia Nacional para ser juzgado de nuevo por ensalzar a ETA, en esta ocasión en 2004.
Fue en un mitin en el velódromo de Anoeta de cuya ilegalidad se jactó el propio Otegi:
«Es un «acto ilegal, convocado por una formación ilegal y con un portavoz ilegal».
Lo soltó en el transcurso de su intervención, de 45 minutos, y antes de que se corearan gritos a favor de la banda.
Es ese enaltecimiento del terrorismo lo que hace que Otegi se vuelva a enfrentar a dos años de cárcel, por mucho que el batasuno se intente escudar en cuestiones de índole política para eclipsar la verdadera acusación que pesa sobre él y sobre los otros dos procesados: Joseba Permach y Joseba Álvarez.
Y es que a estas alturas nadie duda que el plan del acusado para intentar eludir su condena pasa por reiterar que aquel acto, el de Anoeta, hay que enmarcarlo en la apuesta de la «izquierda abertzale» -lease proetarras- por la «paz«.
La locuacidad del discurso del batasuno será proporcional a los límites que marque el Tribunal, integrado por los magistrados Fernando García Nicolás, Ángel Hurtado y Julio de Diego.
En esa estrategia de Otegi para desviar la atención del verdadero objeto del procedimiento (el apoyo de los batasunos a ETA) se enmarca la declaración del presidente del PSE, Jesús Eguiguren.