El columnista Arcadi Espada aborda dos temas polémicos en su olumna del 10 de marzo en El Mundo titulada «Corazones de Tejas»: el aborto y la pena de muerte.
El legislador de Tejas ha decidido que las mujeres que quieran abortar habrán de someterse, previamente, a ciertos trámites informativos. Los más descollantes son que serán invitadas a ver una ecografía del feto y a escuchar, mediante un sistema de ultrasonidos, los latidos del incipiente corazón. A mí me parece muy bien su iniciativa.
Veamos una violada (…) Ya puestos en la intimidad de la vida, y siempre con el honorable objetivo de la información, la abortista tiene también que conocer las posibilidades de que ese coranzoncito que escucha crezca y acabe convertido, lo que son las cosas, el corazón de un violador. Los padres psicópatas están genéticamente mejor preparados que los padres vulgares para engendrar hijos psicópatas (…) También algún aborto habrá ayudado a extender el bien y la bondad. No se puede generalizar, legislador.
No querría por nada del mundo que se malinterpretaran mis intenciones. Yo estoy a favor de la iniciativa del Estado de Tejas. Hasta tal punto que le brindo al legislador la idea de extender la información ultrasónica a otras zonas de la actividad del Estado de Tejas, y donde despunta. Propongo que los congresistas de ese Estado se conecten cada madrugada que proceda al corazón de un condenado a muerte en el momento venoso en que penetra la inyección letal. Y conectados permanezcan hasta que no escuchen otro latido que el de su propio corazón informado.