Este dios laico está en silencio: no da ningún síntoma de ansiedad ni ninguna pista porque sólo él esta ungido para marcar los caminos del PSOE
El oráculo era, sobre todo, una forma de consultar a los dioses que de una manera u otra estaba presente en todas las religiones primitivas.
Por medio de emisión de síntomas o mensajes, directamente o a través de pitonisas, los hombres poderosos de la antigüedad consultaban el futuro antes de los grandes compromisos y de las grandes batallas.
Los sacerdotes eran los intermediarios entre el poder terrenal y los dioses.
El sacrificio de un buey y el análisis de sus vísceras era la señal que presagiaba la victoria antes de que Alejandro Magno emprendiera una batalla.
En otras ocasiones, en otras épocas, la sacrificada era una paloma.
Cuando los ejércitos ya estaban en formación de combate, mirar el rostro de los sacerdotes al realizar sus oficios reflejaba la ansiedad ante lo que no se controla. En la religión Yoruba se siguen sacrificando animales para adivinar el porvenir y tratar de encauzarlo hacia el resultado deseado.
Hoy más que nunca, en el PSOE todas las miradas están puestas en el oráculo de La Moncloa que mañana se traslada a Ferraz: reunión del comité federal, todos pendientes de que el sumo sacerdote Zapatero de alguna señal sobre el futuro de tanta gente. Este dios laico está en silencio: no da ningún síntoma de ansiedad ni ninguna pista porque sólo él esta ungido para marcar los caminos del PSOE.
Este papa, que no es de Roma, ejerce su magisterio desde la infalibilidad que se sustenta en adaptar la realidad a sus deseos. Hasta el momento no tiene apenas réplica y mucho menos terremotos internos.