El pueblo español, o al menos la parte más decente de lo que queda de él, del que cínicamente se dice que emana la Justicia que se administra en nombre del Rey, está empezando a hartarse de un sistema político institucional que por la razón que sea no parece dispuesto a acabar con ETA y siempre le echa un cable salvador cuando hay riesgo de que desaparezca en el tenebroso sumidero del crimen.
¿Qué intereses creados existen en España para que no se quiera acabar con ETA?
Sin resolver aún el famoso caso Faisán de presunta colaboración con banda armada, la mohatra se repite una y otra vez, en especial cuando llegan votaciones y se dirime el poder junto con el reparto del botín entre bandas rivales.
Como ya había anunciado previamente ZP en cínica conversación con su compinche del PNV, la última tropelía contra el sentido común, España y especialmente las víctimas de la rama criminal de la teocracia nacionalista vasca viene del llamado Tribunal constitucional, convertido en tartufesco tinglado político disfrazado de jurídico, del que ya hay que lamentar gravísimas decisiones contra la Libertad, el Derecho, la Nación, la Economía y la España constitucional.
Empezando por la convalidación del expolio de Rumasa, pasando por la Ley del Suelo o la aprobación del separatista Estatut catalán y culminando por ahora este lamentable Suma y sigue con la resolución a favor de ETA perpetrada ayer. Un tinglado que burla del sentido jurídico último que es la razón y el sentido común, base de la convivencia pacífica.
En España la separación de poderes es pura ficción. El régimen no lo permite, salvo una unidad de poder real pero con especialización de funciones. En repugnante reparto de papeles, ZP o Rubalcaba mandan y el Tribunal Constitucional obedece. Sin embargo, a veces aparece algún Juez digno de tal nombre y actúa en consecuencia.
Sin miedo, como sacerdote de la Justicia, siguiendo el noble ejemplo de los jueces Nuño Rasura o Calvo Laín de la democrática Castilla y entonces tiembla todo el tinglado de la farsa renovada. Caen las vistosas máscaras de guardarropía puñetera progre de todo a cien. Se descubre el pío escapulario nacionalista que esconde la goma dos. Los tartufos que viven de engañar a la gente y explotar el crimen.
Pero para cuando un asunto se les escapa porque al cabo, aún quedan juristas decentes, hay está el Constitucional para enmendar la plana al servicio del Poder al mal llamado Tribunal Supremo y humillarlo una y otra vez. Y con él a España y a la Libertad.
Esta nueva decisión a favor de ETA constituye un desafío al Tribunal Supremo, a la Razón, y en general a los españoles. Abre otra profunda grieta institucional en un sistema que se resquebraja a ojos vistas y nos precipita irremediablemente al desastre.
Los herederos de las próximas víctimas de ETA deben recordar quien colabora a la organización terrorista vasca y habrán de pedir cuentas a los desalmados que no se compadecen del sufrimiento ajeno. Y que conspiran contra la convivencia en paz y libertad de los españoles que les pagan sus privilegios.
Decía Ortega en otro momento histórico: «¡Españoles, vuestro Estado no existe! ¡Reconstruirlo!» ¿Cuándo existirá una democracia auténtica en España y las instituciones estarán de verdad al servicio del Pueblo que las sostiene?
Comente este artículo en el blog de Alfonso de la Vega.