La jubilación de Zapatero.

MADRID, 27 (OTR/PRESS)

Pase lo que pase mañana en el Comité Federal ya nada volverá a ser igual en el PSOE. Tras el órdago de Patxi López reclamando la celebración de un congreso extraordinario, todo ha cambiado. De momento, el torpedo ha dado de lleno en la línea de flotación de la estrategia urdida por Zapatero para propiciar la designación de Carme Chacón como su sucesora dejando de lado a Pérez Rubalcaba. La renuncia de Chacón -un acto de lucidez que preserva su carrera política para cuando vengan tiempos mejores- no se habría producido de no ser por el aldabonazo del «lehendakari». Al pedir un congreso, López estaba poniendo fecha de caducidad al mandato de Rodríguez Zapatero como secretario general, señalándole, de paso, como gran responsable de la debacle electoral cosechada en las municipales.

Era un encargo de esquela, a la que sólo le faltaba la letra pequeña con los nombres de quienes acompañarían al finado en duelo: el sanedrín de Ferraz con Pepe Blanco a la cabeza. Y, claro, a nadie le gusta que le den por liquidado antes de tiempo. Por eso se ha revuelto Zapatero moviendo los hilos para evitar que la piedra que lanzó Patxi al estanque deviniera en ola de tsunami y se llevara por delante a todos los zapateristas. Zapatero quiere dejar La Moncloa, pero controlando la sucesión al frente del partido. Por eso quiere seguir siendo secretario general. Pero ZP es pasado; ha perdido poder y, lo que es letal para un dirigente político, ha perdido liderazgo. La desconfianza que suscita entre los ciudadanos, sean o no votantes socialistas, permea también hacia el interior del partido. Por eso, Patxi López ha dado la voz pidiendo un congreso que tendría dos tareas por delante: nombrar al nuevo secretario general y enterrar el zapaterismo recuperando las señas de identidad socialdemócratas desnaturalizadas tras diez años de políticas más propias de un grupo radical laicista que un partido socialista. Un herencia que el PSOE hará bien en repudiar cuanto antes si no quiere acabar como el Partido Socialista italiano enterrado por Betino Craxi.

Puede que mañana, en el Comité Federal, Zapatero consiga controlar los debates, optar por un remedo de elecciones primarias y retrasar la celebración del congreso que pide López. Sea lo que sea, tengo para mí que sólo le servirá para ganar un poco de tiempo. Poco. ¿Por qué? Pues porque en términos de poder ya está amortizado. El clarinazo de Patxi es la prueba de que ya no conserva el liderazgo. Por eso quieren jubilarle.

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