Zapatero decretó el estado de alarma por la vía del Consejo de Ministros
El deterioro democrático que vive España es inaudito pero era de esperar. En pleno siglo XXI con la democracia presuntamente consolidada, el presidente de una comunidad autónoma, Artur Mas, acude en helicóptero al Parlamento regional porque tiene miedo a llegar en el coche oficial ante la presencia de ciudadanos indignados.
Y lo hace acompañado de la presidenta de la Cámara y de miembros del Ejecutivo catalán utilizando hasta seis helicópteros el día en que debía debatirse el recorte del presupuesto debido al desmesurado déficit provocado por sus antecesores en el cargo. Un camino sembrado de despropósitos iniciado por quienes retoman el poder con proyectos ruinosos adornados de ínfulas independentistas a cargo del contribuyente.
Y para colmo de despropósitos una treintena de parlamentarios autonómicos se refugian en vehículos policiales para ser trasladados a la sede parlamentaria. Resulta un sarcasmo que quienes tuneaban coches y proclamaban las virtudes de los okupas -con k-, ahora se sientan señalados como en el nazismo y se suban solícitos a los furgones policiales que les resguarden de la indignación ciudadana.
Es del todo punto impresentable la actitud de los indignados impidiendo el acceso de los políticos a las instituciones que ostentan la soberanía nacional. Pero provoca más indignación todavía la permisibilidad para con quienes incumplen las leyes asaltando las calles y doblegando al Estado de Derecho en aras de una falsaria democracia asamblearia.
Que Rodríguez Zapatero haya saldado con un monosílabo su despreocupación ante lo que está ocurriendo en la toma de las ciudades de España sin ley ni orden por quienes violentan las normas democráticas en aras de una supuesta indignación, revela la descomposición organizada desde La Moncloa. Zapatero decretó el estado de alarma por la vía del Consejo de Ministros, ahora el Constitucional la ha sentenciado con sus propias dimisiones y la calle la ha consumado. Este es su legado. Y el de sus cómplices.