Obama en el final de su escapada.

MADRID, 1 (OTR/PRESS)

Su campaña electoral fue brillante: hizo creer a millones de personas que la política podía ser diferente. El «Yes, we can» fue un frito de esperanza en un mundo distinto. Recibió un premio Nóbel sorprendentemente prematuro. Y se ha apresurado a demostrar que un presidente de los Estados Unidos no puede ser humano.

Su orden de asesinar a Osama Bin Laden fue el primer signo de que su órbita era irrecuperable. Desde La Casa Blanca observó con sus colaboradores como un comando de fuerzas especiales se infiltraba en Pakistán y procedía al asesinato preeditado del terrorista padre de Al Qaeda. El líder del terrorismo islámico no podrá contar sus orígenes de la mano de la CIA en la guerra contra los soviéticos. Silencio sepultado en el mar a escondidas incluso de su familia. No es mal comportamiento para un premio Nóbel habida cuenta de que también cuenta con el galardón Henry Kissinger, uno de los asesinos legales más importantes del mundo.

El episodio del linchamiento y asesinato brutal de Muhammad el Gadafi tampoco ha estado mal. Las tropas de la OTAN y los servicios de inteligencia franceses, norteamericanos y británicos dirigieron a los insurgentes mientras los aviones más allá de aplicar la exclusión aérea bombardeaban a las tropas del dictador libio. El video de su final es una demostración de la barbarie de los libertadores en un universo árabe que se nos escapa de la comprensión.

El epitafio de la esperanza en que Barack Obama fuera un líder de naturaleza distinta de sus antecesores en la presidencia de Estados Unidos ha sido su reacción frente a la resolución de la UNESCO de admitir como miembro de pleno derecho a Palestina.

Como los niños que son dueños de la pelota, cuando ha perdido la batalla de exclusión de Palestina del foro mundial de la «United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization», ha decidido boicotear la organización y dejar de pagar sus cuotas.

La dependencia enfermiza de Estados Unidos hacia Israel es insoportable, sobre todo, porque utiliza el sistema de veto del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para imponer la voluntad y la barbarie de Israel frente al pueblo palestino. Ahora, además, bloquea el instrumento universal de defensa de la cultura. Obama ya no es ni la sombra de las expectativas que despertó. Descanse en paz la esperanza de un imperio diferente.

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