No nos gustan, pero les votamos.

MADRID, 4 (OTR/PRESS)

No es fácil que al PSOE le pasen más cosas malas de aquí al 20-N; y no por un estudio riguroso de la realidad sino porque no parece posible que aun queden más desastres: la cifra de la EPA, la de afiliados a la SS, la de nuevos parados en Octubre, lo de José Blanco, los ERE de Andalucía y ya sin salir de allí, la colleja que el TSJA acaba de dar al Gobierno de Griñán tumbando en una sentencia el intento de la Junta de hacer funcionarios a dedo y porque sí a más de quinientos amigos. Si es que ya no queda nada en el armario de los desastres salvo que el día del debate al bueno de Rubalcaba le de una taque de afonía. Hasta la plataforma de «intelectuales» se autodenomina «ojalá» que es como si esperase un milagro y hasta el CIS -tan suyo en ocasiones- augura que el PP consiguen un 46,6 por ciento, entre 190 y 195 escaños, más que Aznar en 2000 y deja al PSOE con un patético 29,91 por ciento, su peor dato de los últimos 30 años.

Y Rajoy, claro, se pasea ya en presidente y hasta se permite el lujo de sembrar dudas sobre si vivirá o no en ese palacio extraño que tantos males produce llamado Moncloa. Y es curioso porque, una vez más, Rosa Diez, que predica en el desierto -un desierto en el que empiezan a brotar tímidas yerbitas- pone el dedo en la llaga de esta sociedad dócil que confiesa en las encuestas que no le gusta ninguno de los dos grandes partidos pero que luego les vota perpetuando así un bipartidismos que pesa y que al final obliga a negociar con quien menos debe: los partidos nacionalistas que lo tienen tan fácil y que barren -legítimamente, por cierto- para una minoría que son los suyos y no para el conjunto del país. Y mientras esto siga así no habrá forma de llevar a la práctica lo que parece que está en el pensamiento de todos pero que sólo UPyD dice claramente: hay que replantearse el estado autonómico, no hay dinero -ni razón- para aguantar 17 autonomías. ¿Quiere esto decir que hay que volver al centralismo? Naturalmente que no, pero algunos llevamos clamando, tal vez porque lo hemos vivido demasiado de cerca, que la Sanidad, por ejemplo, y la justicia y buena parte de la Educación, no pueden seguir estando como están porque, sencillamente, es un disparate que además es injusto, carísimo e insolidario. Pero ni el PP ni el PSOE van a meter mano en este tema a no ser que desde Bruselas impongan por razones económicas lo que es más que evidentes para algunos de aquí hace tiempo: esto es una ruina.

No sé qué va a pasar cuando tome posesión Rajoy, pero hay algo que sigue pidiendo la ciudadanía a gritos: reúnanse todos los que tengan buena voluntad y respeto por la democracia y póngase de acuerdo para sacar a este país con el menos daño posible de la crisis.

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