Fabra y la lección del Supremo.

MADRID, 2 (OTR/PRESS)

Hace ya ocho años que comenzó la historia de presunta corrupción masiva en torno al castellonense Carlos Fabra. En este larguísimo tiempo hemos podido ver de todo. La desfachatez inmensa del inculpado al negarlo todo, insultar a todo el mundo y permanecer en sus cargos sin vacilación. La estólida quietud de su partido y del presidente del mismo para no llamarse a andana, tolerar todo lo intolerable hasta el límite de la complicidad y centrarse en temas de infinita menor importancia de personas de otros partidos para minusvalorar su tema, en un bravo ejercicio de disimulo y de complacida tolerancia, al margen de cualquier ética, estética, semántica y estadística. La Prensa ha sido también insultada reiteradamente por aquél, sí, el mismo al que le tocó la lotería cuatro veces en cinco años o cinco veces en seis años, que no me acuerdo muy bien, en la más espectacular patada propinada nunca al cálculo de probabilidades y a las más elementales matemáticas. El mismo que insultó a todos cuando la Audiencia Provincial hizo lo que hizo y que ahora deshace el Supremo.

A la vista de todo ello, ya no sabe uno qué es más grave, si lo de Fabra, o lo de la multifronte Gürtel (con aditamentos en el alicantino Brugal o Brutal o algo parecido), o lo de Matas y sus Palmas Arenas, o si todo el conjunto de corrupción masiva y oceánica de la que se viene hablando en los últimos años, nada de lo cual ha servido para impedir una victoria electoral de ese partido, y vaya victoria. Pero no sé si vale de mucho darle vueltas a todo esto, porque lo cierto es que este es el país que tenemos y esa es la voluntad política de una mayoría de ciudadanos en estos momentos. Lo que no impide que en un futuro próximo o inmediato esas mayorías se arrepientan, se les rasguen los velos de los ojos y empiecen a ver con nitidez lo que pasa y lo que no pasa. De momento, en el día de hoy, semana y media después del 20-N, el Tribunal Supremo de la nación nos da una lección de independencia y de decencia y retorna el caso Fabra al lugar del que nunca debió salir. También de esto Rajoy tendrá que decir algo.

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