Con esos antecedentes está claro que carecen de capacidad moral para impartir lecciones de conductas democráticas.
Los socialistas vascos, con la anuencia de Madrid -hay que seguir con atención las declaraciones de Eduardo Madina, que es del PSE, cabeza de lista por Vizcaya y en estos momentos virtual número tres de los socialistas en la cámara- han salido en defensa de Amaiur, para la que reclaman sin ambages un grupo parlamentario propio en el Congreso de los Diputados.
Con todo lo que ello conlleva: un presupuesto adicional de 248.000 euros anuales para su mantenimiento y acceso a todas las comisiones parlamentarias, incluida la de Secretos Oficiales.
¿No habíamos convenido desde hace tiempo -según las consignas impartidas por Rubalcaba y Zapatero sobre Sortu y Bildu- que con las franquicias etarras no había que bajar la guardia y que sólo cabía el estricto cumplimiento de la ley y la mano dura de la Fiscalía General de Estado?
¿O acaso era todo un paripé como se pudo comprobar más tarde con la legalización de Bildu tras el empujoncito del Constitucional y, más tarde, de Amaiur, de manera subrepticia y por silencio administrativo?
Sobre las profundidades de las negociaciones zapateristas con ETA les recomiendo que lean el libro de Alberto Lardiés y Daniel Forcada, Los mil secretos de Rubalcaba.
Patxi López ha calificado de torpeza el veto del Partido Popular a Amaiur, aunque habría que recordarle al lehendakari que los populares sólo se han limitado a aplicar a rajatabla el reglamento de la Cámara, para lo que se han escudado en un informe previo de los letrados.
A los socialistas vascos, influenciados por las teorías de Eguiguren, les pasa lo mismo que a aquellos indios de la película Pequeño gran hombre, dirigida por Arthur Penn e interpretada por Dustin Hoffman, que lo hacían todo al revés: caminaban como los cangrejos y se bañaban en la arena y se secaban en el agua.
Si hiciéramos caso a sus dirigentes, además de darle las gracias a ETA porque -aunque ni ha entregado las armas, ni ha disuelto su estructura y ni ha pedido perdón a las víctima- ya no nos mata, tendríamos la obligación de usar la manga ancha para favorecer legalmente a su última franquicia política.
Patxi López sostiene que negando a Amaiur su condición de grupo parlamentario se le está facilitando la posibilidad de explotar el victimismo y, por ende, la obtención de mayores réditos electorales.
Pero, señor López, ¿no han sido usted y La Moncloa quienes desde hace meses han diseñado y construido un carril-bus para la última franquicia de la banda armada?
¿No han sido ustedes con sus pactos secretos quienes han llevado en volandas a los violentos a obtener los mejores resultados electorales de su historia?
Además, quieren que los demócratas seamos generosos e indulgentes con un partido político que aspira a destruir la democracia con planteamientos totalitarios y excluyentes.
Con una formación que compara a las víctimas con sus verdugos, que echa un pulso al Estado con el chantaje, que se rodean de ambigüedades para eludir pedir perdón por los más de 800 muertos y que luchan por un punto final sin vencedores ni vencidos.
O algunos dirigentes del socialismo vasco caminan hacia atrás como aquellos indios de Hollywood o están abducidos por la hoja de ruta del binomio Zapatero/Rubalcaba.
Con esos antecedentes está claro que carecen de capacidad moral para impartir lecciones de conductas democráticas.
NOTA.- Leer el artículo original en La Gaceta.
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