El socialismo español se juega mucho en el Congreso de Sevilla de este fin de semana. No sólo son dos caras, Chacón y Rubalcaba. Son un futuro nuevo, sin miedos, acorde a los tiempos que vivimos y conectado a los socios europeos frente al pasado histórico de la vieja guardia que no sólo ha perdido su capacidad de entusiasmar a la sociedad, sino que además, y a pesar del mensaje claro de más de cuatro millones de abandonos, sólo quiere oír el mensaje a medias. O tiene tanto miedo que no sabe hacerlo de otra manera.
Si fueran capaces, los dos candidatos, de integrar inmediatamente las dos corrientes, independientemente de quien fuera el ganador, el socialismo español ganaría fuerza, frescor y conexión al mundo global y salvajemente capitalista, para defendernos de sus efectos, el primero de ellos esta crisis atroz. El problema es que la vieja guardia tiene miedo, mucho miedo, del futuro que les presenta la candidata Chacón. Para curarse, no tendrían más que mirar a los socialistas franceses y alemanes, que han dado este paso y están a las puertas de volver a gobernar.
Se trata de la autocrítica profunda y las puertas abiertas a todos los militantes, por parte de Chacón, frente a una autocrítica encorsetada en las viejas frases medidas de siempre y sobre todo de un control por parte de la vieja guardia que tiene miedo a arriesgar demasiado.
Es el aparato, con todo su poder, incluido el voto de Felipe González, que pretende frenar el auge de una figura emergente más conectada con los tiempos actuales y con la vista puesta en hacerse bloque con la socialdemocracia europea para frenar el estilo de gobierno de las derechas frente a esta crisis que está barriendo el bienestar social conseguido en décadas. Y como valor añadido, y muy a pesar de Rubalcaba, son la mayoría de las mujeres socialistas, frente a los barones históricos que se niegan a perder el bastón de mando.
No hay más que examinar la lista de apoyos a Chacón para adivinar por donde van los tiros. En lo económico, Carme Chacón se apoya en José Borrell, muy conectado al europeismo socialdemócrata donde lleva trabajando más de una década. En lo político, cuenta, entre otros, con Cristina Narbona y Juan Fernando López Aguilar, Manuel Marín, también expertos europeístas trabajando en el Parlamento Europeo en los últimos años.
A ellos se añaden algunos ex ministros de los gobiernos socialistas de Zapatero y González. Por el lado de las mujeres, Matilde Fernández, María Teresa Fernández de la Vega y otras muchas destacadas dirigentes y ex dirigentes socialistas, feministas muchas de ellas, y expertas en políticas sociales y de igualdad.
Rubalcaba, aún no repuesto de la monumental derrota de las pasadas elecciones, lucha contra su imagen para disimular, sin éxito, su abatimiento. Incluso en el debate con Rajoy no pudo evitar ir a la defensiva. Aferrado a las esencias y a los barones históricos del PSOE, de Ferraz, de toda la vida, sólo puede ir adelante pactando con el aparato. Como golpe de efecto, ya ha anunciado que su delfín y número dos será Patxi López, lendakari de la región más rica de España. Bono, Benegas, Chaves, Marcelino Iglesias son algunos dignos representantes del PSOE de toda la vida.
Es de esperar novedades y golpes de efecto, en ambos lados, ante los 969 delegados del Congreso de Sevilla de los días 4 y 5 de febrero. Hasta el huracán González, que como siempre hizo, trata de dar un empujón al lado continuista, el que siempre perdió unas primarias, ya no basta para convencer a los miles de militantes, simpatizantes y a los millones de votantes que se fueron a otras formaciones políticas o a la abstención.
Como ha sucedido en Francia y en Alemania, mucho tiene que revisar el socialismo español para volver a conectar con la sociedad. Y es por este camino por donde cada día se perfilan más claras las líneas diferenciales entre una y otra candidatura. Chacón no duda en sumar el entusiasmo a una autocrítica profunda sin complejos, quiere salir a las calles a captar militantes e incluso no teme un acercamiento al movimiento 15-M. Su edad le permite ofrecer un futuro sin agobios que le permitirá, con seguridad, si logra ser secretaria general, aspirar a la presidencia del Gobierno.
El propio control que ejerce Rubalcaba sobre el aparato se puede convertir en un lastre pues éste es rehén de numerosas deudas históricas con los barones del oficialismo que, a su vez, aparecen como responsables del mensaje que ha llevado a la pérdida de tantos millones de votos.
Aunque ambos han sido fieles a las políticas de los últimos años de los gobiernos de Rodríguez Zapatero, Rubalcaba ha sido nada menos que el número dos de Zapatero y anteriormente de González. Chacón sólo fue dos veces ministra del anterior Gobierno, y por cierto alineada a un sector crítico contra las políticas rudas en lo que se refiere a los recortes impuestos por Europa.
Visto desde fuera, parecería que la unión de una y el otro, sería la solución ideal que ayudaría al socialismo español a salir del pozo de confusión y falta de reacción en el que está sumido. Pero mientras Chacón mira a Rubalcaba y le tiende la mano, éste mira para otro lado y se la tiende a Patxi López.
Parece más integradora la candidatura de Chacón, que repite incesantemente que «no sólo quiere a todos los socialistas juntos, en la calle, en las asociaciones, en las organizaciones sociales sino también abrir puertas y ventanas para sumar más militantes, más mujeres, más jóvenes, más trabajadores desencantados con una izquierda que tomó y explicó torpemente unas decisiones propias de la derecha cuando había, y sigue habiendo, otras alternativas».
Este discurso disgusta a Rubalcaba y sus barones, incluido González, que sospechan que tanto aperturismo se les puede ir de las manos. Quizá esa fue una de las razones por las que se negaron al debate entre ambos.
Para la candidata, la democracia interna no debe de dar ningún miedo, más bien al contrario, daría mayor grandeza al partido. Cuanto más mejor. Para los barones, que creían partir con ventaja, su fuerza es el control. Pero también esto se les puede volver en contra a la vista de los ajustadísimos resultados que se prevén.
Y ahí está el meollo de la cuestión porque saben que Chacón probablemente renovaría la composición del aparato Federal de arriba abajo o de abajo arriba con lo que la vieja guardia perdería no sólo su poder, sino la identidad del partido que contribuyeron a reconstruir tras el Congreso de Suresnes y durante la transición.
Miedo y resistencia al cambio y lo incierto de un futuro renovador. Como diría Eric From, Miedo a la libertad. Es peligrosa la libertad para los que se aferran al poder conseguido con sus políticas actualmente fuera de juego. El resultado parece tan ajustado que el Congreso de Sevilla tendrá que elegir entre una línea de cara lavada y fresca frente a una línea de cambio de maquillaje.