Carme Chacón (vuelve a su nombre catalanizado) ha perdido las elecciones a la Secretaría General del PSOE. Y ahora descubren muchos que no era tan buena política y que tan solo era vendible en envase de ropa joven, discurso zapateril, planos de la Sexta y columnistas en Público. El efecto Carmen se ha perdido como el gas de la coca-cola cuando se agita. Ruido, burbujas y poco más.
Y las ha perdido, dicen, por 22 votos. Serán esos, o será un acuerdo entre ambas partes para dejarlo en una honrosa derrota. Da igual. Será la verdad oficial, sea o no, la verdad verdadera.
Carmen Chacón (hasta hoy no vuelve a ser Carme), que durante estos días dejó caer que podía ganar, porque es conocido que el efecto ganador recaba entre el 2 y el 3% (justo la diferencia de los 22 delegados que le dieron su confianza a Rubalcaba) de los votos entre los indecisos, los que apuestan por ir en el equipo del vencedor por si pueden rascar un carguito en un futuro o simplemente por el cambio a última hora provocado por el miedo a no acertar y que se le considere a uno con poco ojo y olfato político. Sea como fuere, Carme Chacón, ha perdido.
Y desde mi punto de vista, lo ha hecho por tres cuestiones principales:
- La primera es posicionarse como vencedora y meter el miedo al equipo de Ferraz. Porque no cabe duda que Rubalcaba era y es, el candidato del aparato. Despertar a animales políticos como Gaspar Zarrías o Chaves, que saben lo que se cuece en Andalucía, ha sido determinante. Durante los días en los que salió la noticia de que Chacón cobraba ventaja (en verdad nunca la tuvo, y yo lo dije hace tres días en otro artículo) la maquinaria de la PSOE andaluza, la de González, Chaves, Zarrías que además quieren ver fuera a Griñán como sea, se empezó a desperezar. Y si esa maquinaria funciona, es como el tiquitaca de la selección.
- Lo segundo ha sido ser demasiado televisiva y mediática. Y quedarse solo en eso, sin un discurso claro y renovador. El dejarse querer por las cámaras y tener de su parte a todo el entramado de la Sexta, Público y demás tentáculos mediáticos de la época zapateril, tiene también la contraprestación del hartazgo de quien estaba ya ahíto de todo lo que oliera, aunque fuera mínimamente, a la etapa de Zapatero. Y Carmen Chacón (hoy Carme) fue la candidata de ese sector que ahora será, gracias a Dios, enterrado en el olvido político. Y sabido es que Zapatero, a pesar de los aplausos ha salido por la puerta de atrás de Ferraz. Bueno, y de España.
- El tercer error ha sido su discurso de cierre, que por otra parte, más de uno nos esperábamos. Consignas y poco o nada de profundidad. Yo lo califico como de tuitero, lleno de aspavientos y de gallos. Tuitero (o twitero, como diría un purista), porque estaba construido a base de eslóganes cortos, directos y que si no ha tenido abreviaturas como en los sms y twitter, ha sido porque no se la hubiera entendido bien. Ese tipo de lenguaje, puede ser válido en ocasiones, pero cuando se juega contra el aparato de un partido, contra los delegados andaluces de Zarrías y Chaves, no. O al menos, no es suficiente, se necesita algo más que unos vaqueros.
Dicen que el manejo de las manos y el lenguaje corporal es esencial en un discurso. Estoy de acuerdo. Carmen Chacón no tuvo lenguaje corporal, no movió las manos. Tuvo espasmos dialécticos, aspavientos eléctricos y manoteo de novata. Lo mismo con los gallos.
La modulación de la voz es igualmente básica en un discurso. A Carmen Chacón (en ese momento ni se acordaba de que se llamaba Carme) los altos se le escaparon de tono.
En resumen, una muy mala modulación y una voz rota demasiado afilada en ocasiones, quizá por los esfuerzos de toda la semana o simplemente porque nunca ha sido una buena oradora. Porque Carme (en el pasado, incluso de ministra) ha sido siempre hermética como el acero inoxidable, fría como el pedernal y con la sonrisa forzada del cocodrilo, nunca ha tenido una imagen amable, sino más parecida a una señorita «Rotermeyer» con mucho apoyo mediático.
Porque al final, Chacón se ha quedado en eso. En el gas de la cocacola cuando se agita, en el olor de un buen guiso que luego resulta más insípido de los que prometía, en agua de borrajas en definitiva. Humo y Mediapro. Renovación que no lo era, gestos, gallos y buenas colocaciones en los telediarios de laSexta y en los editoriales de Público. Poco, o mejor dicho, nada más.
Y con Carme Chacón (ya definitivamente catalana) se irán, muy posiblemente por el sumidero político, Leire Pajín, Bibiana Aído, Sebastián y tantos otros y otras que hicieron del cargo de ministros y de la alta política un mejunje de mediocridad, choteo y sinrazón como casi nunca había pasado en España.
Alberto Pertejo-Barrena es analista político.