La aparición en portada de Periodista Digital de un artículo de opinión, en el que la periodista Concha Minguela acusa al ministro Arias Cañete y su séquito de haber ‘cerrado‘ el pasado 14 de junio 2012 la terraza de un mercado madrileño, para tomarse tranquilamente un café, desató a primeras horas de la mañana de este 20 de junio de 2012 una verdadera tormenta en Internet.
El que agregadores como ‘Menéame‘ recogieran la nota, actuó además como multiplicador.
En medio de la turbamulta, llamaron desde el propio Ministerio de Agricultura para puntualizar que el ministro no estuvo en el Mercado de Barceló, como afirma Concha Minguela, sino en el de San Antón.
Y casi a continuación, nos remitieron el siguiente desmentido oficial:
NOTA DEL MINISTERIO DE AGRICULTURA
La columna de opinión titulada «Arias Cañete cierra una terraza para tomar un café», firmada por Concha Minguela y publicada por Periodista Digital, es falsa, radicalmente falsa.
El ministro Arias Cañete estuvo el jueves 14 de junio en el Mercado de San Antón, no mercado de Barceló, en la entrega de premios a «Los Mejores Quesos españoles 2011» en un acto institucional, con presencia de numerosos medios de comunicación e invitados.
Al finalizar el acto, el ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, acompañado por directivos del mercado de San Antón, realizó una visita a los distintos puestos del renovado mercado.
Posteriormente, el ministro comió con colaboradores en unos los puestos del mercado a la vista de la gente.
Al término de la comida, y antes de partir a otro acto público, el ministro tomó un café en una de las terrazas del recinto, terraza donde había otros clientes y que no se cerró en ningún momento.
Por tanto:
- 1. El ministro no estuvo en el mercado de Barceló.
- 2. No llevaba séquito, ni de 15 personas ni de escoltas con «pinganillos».
- 3. Se encontraba en un acto público en el mercado de San Antón, debidamente convocado y con presencia de medios de comunicación, del cuál se informó ampliamente.
- 4. Desde el gabinete de prensa del ministerio lamentamos que nadie se haya puesto en contacto para contrastar mínimamente esta opinión.
RÉPLICA DE CONCHA MINGUELA
Esta es la replica a la carta de Agricultura que nos hace llegar la periodista Concha Minguela:
- Efectivamente el mercado es el de San Antón. Por un lapsus se dijo Barceló, pero se ubicó en pleno barrio de Chueca.
- Efectivamente yo, Concha Minguela, estaba en la terraza del Mercado de San Antón, sobre las cuatro de la tarde.
Efectivamente Arias Cañete apareció en la terraza del Mercado con aprox. unas quince personas (incluidos, seguratas, escoltas, relaciones públicas, acompañantes y demás) - Efectivamente se le despejó la sala del fondo, tipo chill out y se ubicó allí al numeroso grupo.
- A las personas que estábamos al principio, en el corredor hasta llegar a la barra, nos dejaron estar.
- Al cabo de unos diez minutos colocaron una cinta, del estilo de las de las colas de los aeropuertos, y se clausuró el espacio. Todas las personas que iban llegando, llegaban hasta la cinta y se iban porque estaba clausurado.
- Aproximadamente el ministro y su séquito estuvieron en la zona como una media hora (eso no lo puedo decir exactamente porque no lo medí)
- La sensación fue totalmente de genuflexión y paletismo, porque era imposible no darse cuenta de que todo el local estaba a disposición de la comodidad del ministro.
- Ignoro si se pagaron sus cafés o fue invitación de la casa. Eso me da lo mismo.
- Estuve presente y suscribo todo lo que digo.
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EL ARTÍCULO DE LA POLÉMICA
Arias Cañete cierra una terraza para tomar un café
Por Concha Minguela
Que se bajen el sueldo políticos. Que se quiten las pensiones vitalicias los que las tengan. Que paguen su seguridad social igual que los demás trabajadores. Que tengan un trabajo y un sueldo acorde con la situación en que vivimos.
No un trabajo trampeado en tres cargos y con ello tres sueldos. Que practiquen la austeridad en sus dietas hiper generosas y fuera de control, como todos los trabajadores españoles la han practicado con dietas anímicas. Que paguen de su bolsillo el café que toman en los bares.
Que reduzcan al mínimo las comidas de trabajo y pidan menú, como el común de los mortales. Que dejen de asistir a comilonas que cuestan entre cincuenta y cien euros por comensal.
Que no sean tan triperos. Que disimulen un poco, muchos de los varones, el ansia que tienen por «las niñas» (ya se me entiende). Que bajen a la tierra y se solidaricen con una ciudadanía a la que no paran de pedir paciencia, sacrificios y austeridad.
Austeridad para ir a los hospitales. Austeridad para la educación de sus hijos. Austeridad para no tener asegurado un salario que llevar a casa. Austeridad para no tener garantizado el techo que llevan años pagando.
Austeridad para aguantar la tropelía de comisiones y abusos de los bancos en sus ahorros. Austeridad para acostarse siendo los más ricos de la región (Aznar dixit) y amanecer sin un mendrugo que llevarse a la boca.
Ya está bien. No me creo una palabra más de la politiquería española mientras no se bajen el sueldo un treinta por ciento y adelgacen el vergonzoso capítulo de asesores. A partir de que tomen esa decisión. Empezamos a hablar.
No se puede seguir pidiendo tantos sacrificios a los ciudadanos desde la desvenguenza de cobrar dos o tres sueldos, llegando a un montante, asegurado y fijo, que multiplica por diez, en muchas ocasiones, el salario mínimo que ni siquiera todos los españoles tienen asegurado.
Es hora de hablar claro. Hay decenas de miles de concejales de la oposición de muchos ayuntamientos que cobran entre tres mil y cuatro mil euros y cuyo trabajo a ciencia cierta nadie sabe bien cual es, porque nadie lo controla. Quizá acudir a los plenos y protestar por todo o casi todo. Hacerse notar.
Asesores y más asesores de los concejales con mandato, que sólo pueden justificar su trabajo porque éstos, los electos, no tienen cualificación profesional y están nombrados por clientelismo, amiguismo, favores pendientes, etc. Es una vergüenza y es un insulto.
Ojalá en España cundiera el ejemplo del socialista francés Hollande y todos los políticos decidieran bajarse el sueldo un 30 por ciento. Cuando esto suceda, mi fe en la clase política española, quizá ganara algún punto, de los muchos que ha perdido en los últimos tres años. Quizá empezara a creer en ellos. Quizá me hiciera militante de base y empezara a exigirles desde dentro. Quizá.
Cuando los coches oficiales se reduzcan a un tercio. Cuando ministros, alcaldes, diputados, concejales, y cargos políticos salgan de casa «sabidos» y no necesiten legiones de asesores que hagan el trabajo por ellos.
El otro día el ministro Arias Cañete, en una entrevista en televisión, apoyaba una tesis muy similar a la aquí expuesta. Y contó que tuvo que hacer un viaje a Galicia. «En el avión viajábamos un escolta y yo», dijo ufano. «Porque los ministros tienen que salir de casa sabidos». Qué es eso de llevar tropecientos asesores con cargo a las arcas públicas, vino a decir el ministro en un discurso de nueva generación que, por qué no decirlo, me llenó de satisfacción.
Pensé. Empezamos a ser europeos. Alemania tiene la mitad de políticos que nosotros para el doble de población. Que se dice pronto.
Ilusión que me duró apenas unos días cuando el pasado jueves estaba yo tomando un café a eso de las cuatro de la tarde en la terraza del Mercado Barceló.
De repente hubo como un movimiento de tierras, un séquito de unas quince personas, con aires de gente importantísima, precedidos y rodeados por hombres de corbata, gafas Ray Ban y pinganillo, muy metidos en su papel, fueron despejando toda la terraza.
¿Quién iba en el centro de semejante séquito de adoradores?. ¿Lo adivinan? Nada menos que el ministro Miguel Arias Cañete, «in person».
Encantado de haberse conocido. Agradeciendo la hospitalidad a los relaciones públicas y seguratas del lugar, que en cuestión de minutos formaron una cinta de seguridad, despejaron el espacio y pusieron la cinta que clausura el espacio.
Los clientes, a fastidiarse. Hoy un excelentísimo ministro ha tenido la deferencia de visitar la terraza. Acto tan paleto y obsecuente que recuerda a la época de Franco y sus ministros agasajados al estilo Berlanga y la Escopeta Nacional.
Qué país.
Así queremos dar confianza a Europa. Siempre recuerdo al primer ministro socialdemócrata Olof Palme que viajaba a su trabajo en el metro de Estocolmo. Hasta que un loco de la vida lo mató cuando volvía del cine con su mujer. Acto de humildad, acto de valentía.
Por algo en estos países nórdicos fue donde se inventó el Bienestar Social que por aquí, por el Sur, estamos destrozando a dentelladas de políticos entre corruptos o incapaces.