Rubalcaba alcanzó una nueva cota en la historia de la demagogia en nuestro país.
El Gobierno Rajoy decidirá si acogerse al nuevo mecanismo de ayuda del BCE con «calma, prudencia, rigor y detalle».
No lo decimos noostros. Lo decía este 7 de septiembre de 2012 nada menos que Soraya Sáenz de Santamaría.
Y esas palabras, sensatas y sosegadas, han hecho correr un escalofrío por la espina dorsal de expertos, empresarios y hasta de periodistas, porque hacen temer lo peor: que Rajoy opte por arrastrar los pies, amplie el plazo que le ha puesto en Bandeja Angela Merkel y retrase la petición de rescate al BCE hasta despues d elas elecciones autonómicas gallegas del 21 de octubre.
La vicepresidenta justificó su mensaje ‘dilatorio‘, argumentando quelas consecuencias de recurrir a esa modalidad del rescate a la ayuda financiera «serán para todos los españoles y durarán años».
Soraya Sáenz de Santamaría respondía así a los periodistas tras el Consejo de Ministros, pero también expresaba la opinión del Gobierno ante las presiones que ya ha recibido para que acuda al plan anunciado el jueves por el presidente del BCE con las «estrictas condiciones» económicas que se impongan.
El Departamento del Tesoro de EEUU y el partido de Angela Merkel no han esperado ni 24 horas para decir al Gobierno que no tiene otro camino.
Si el programa de ayuda financiera está pensado ad hoc para España e Italia, ¿está en condiciones Rajoy de rechazarlo e, incluso, de decidir cuándo tiene a bien utilizarlo?
Desde fuera de nuestras fronteras se piensa que el Gobierno no tiene opción y desde dentro también. Los empresarios, por boca del vicepresidente de CEOE Arturo Fernández, aconsejaron a Rajoy pedir la ayuda «lo antes posible» porque España está «casi en suspensión de pagos».
En este contexto sólo destacó ayer la actitud irresponsable de un Partido Socialista a la deriva. Porque afirmar, como hizo Rubalcaba, que sólo apoyará un rescate «que no suponga esfuerzos adicionales» es situarse fuera de la realidad y engañar a los españoles .
El secretario general del PSOE está reclamando a Europa, ni más ni menos, que nos inyecte dinero sin contraprestaciones.
Algo doblemente ridículo cuando se trata de un dirigente que era vicepresidente de un Gobierno que en mayo de 2010 aceptó sin rechistar que la UE tirara a la basura parte de su programa electoral y de su ideario social.
Rubalcaba alcanzó una nueva cota en la historia de la demagogia en nuestro país.
La cuestión, pues, es si Rajoy tiene margen para pensarse el rescate y la respuesta es que no.
Es cierto que la prima de riesgo se ha apaciguado desde que se supo que se había dado con la tecla para salvar a España e Italia -y con ellas al euro- del abismo y este 7 de septiembre cerró en 412 puntos frente a los 550 con los que empezó la semana.
Pero este fuerte desahogo en la deuda se ha producido única y exclusivamente porque España ya puede ser rescatada y no porque hayan cambiado un ápice las precarias condiciones económicas del país.
Así lo vio la agencia Fitch, que este viernes se sumó a S&P al anunciar que no bajará la calificación de la deuda española si el Gobierno solicita la ayuda.
Pero Rajoy se equivoca si se empeña ahora en caminar arrastrando los pies. Al dilatar su decisión, el presidente del Gobierno contribuye a estigmatizar el rescate como expresión de un indudable fracaso político.
En este sentido, Mario Monti ha sido mucho más práctico y con su «desde hoy la palabra ayuda es un término menos dramático» del pasado jueves ha preparado mejor el terreno en país para el aterrizaje.
Lo peor que podría ocurrirle ahora a Rajoy es que por segunda vez diera la sensación de supeditar el interés general al calendario electoral.