Entiendo a la derecha que deplora los agobiantes impuestos y a la izquierda que se queja de la "liquidación de servicios públicos". Pero a quien lamenta ambos me recuerda a quien quiere comerse el pastel y guardarlo para mañana.
Todo es relativo. Probablemente usted se esté ajustando el cinturón hasta la asfixia y tira para adelante como buenamente puede con el sueldo o la pensión congelados (si hay suerte), productos más caros y más impuestos. Pero ahí tienen a Cristiano Ronaldo, triste porque sólo se embolsa al mes cerca de un millón de euros; como dice El Trasgo en La Gaceta.
Yo de fútbol sé que lo juegan once contra once y poco más y, no siendo de izquierdas, no aspiro a que el portugués lo reparta con Sánchez Gordillo. Pero me permitirán si le ruego que no lloriquee, y a las autoridades madridistas que no le hagan tantos mimitos, que le van a malcriar. Por un mínimo de vergüenza torera, digo.
SISTEMA Y ANTISISTEMA
No es que la vergüenza y el sentido de la proporción estén muy en boga, entiéndanme, y menos en los medios. Prisa es lo más parecido que tenemos en España al perfecto mastodonte del ‘sistema’, al órgano oficioso del poder socialista, algo así como un departamento ministerial de titularidad privada. Pero ahora le han dado unos retoques a su radio, la vetusta SER que encontrara cadáveres de suicidas tras el 11-M, se anuncian a doble página bajo el lema «La radio de nuestro tiempo. Un tiempo de cambios» y sobre un dibujo de sus estrellitas y figuras de actualidad y, destacando, una pancarta del 15-M. No hay mejor movimiento antisistema que el que acaba engullido por el sistema, ¿verdad?, como las camisetas del Che Guevara -algo parecido ha intentado hacer H&M con el rostro de Sánchez Gordillo- o un grupo ‘izquierdista’ convertido en portavoz de la Banca y los agentes financieros.
Y ahí tenemos también al viejo Rubalcaba, hombre del sistema donde los haya, ‘vieja guardia’ del partido que más años ha gobernado en democracia, vendiéndose con otros tres ‘apparatchik’ de coche oficial y moqueta -Patxi Me rindo López, Pachi Vázquez y Elena PSOE, ¿dígame? Valenciano- como los chicos nuevos del barrio. «Rubalcaba -nos cuenta ‘El País‘ en su primera- defiende una amplia reforma fiscal para evitar recortes«.
Pero si la política, como es fama, hace extraños compañeros de cama, las primeras de los periódicos hacen graciosos pareados. En la misma primera plana del diario más global de los que se editan en español, vemos abriendo que «Hollande anuncia más impuestos para un ajuste de 33.000 millones«. Hollande, si ustedes hacen memoria -o bucean en los escritos digitales de Nacho Escolar («El programa electoral de Hollande da envidia«)-, recordarán que el hombre que iba a acabar con las políticas de austeridad en Europa también, como Rubalcaba, defendía una «amplia reforma fiscal» (básicamente, crujir a los ricos hasta que salgan de Francia con su dinero) para evitar recortes, y ahora los franceses tienen la subida de impuestos. Y los recortes. Sólo que es estúpido decirlo antes de ganar las elecciones. Uno no puede dejar de contemplar la disonancia cognitiva del diario de Prisa titulando en páginas interiores «Rubalcaba cambia recortes por impuestos» en perfecta ignorancia de su noticia de portada.
La izquierda no sabe de números y, desde luego, no seré yo quien se lo reproche, que soy en esto la sartén para el más tiznado de los cazos. Pero está, ya saben, el sentido común, y hasta eso falta en la columna de ‘El País’ de Almudena Grandes, «Suicidios«. Sostiene Grandes que España se quiere suicidar por mano de este Gobierno, y si la cosa parara ahí hasta me vería tentado de coincidir con ella, por una vez.
Pero luego va y concreta y lo estropea. «Una despiadada maquinaria nos guía hacia la hecatombe con pulso firme. Las últimas medidas anticrisis del Gobierno, liquidación de servicios públicos asociada a una constante escalada de impuestos indirectos, que encogerán aún más el consumo y repercutirán en la ruina de muchas pequeñas empresas y comercios, que enviarán a su vez al paro a más trabajadores para crear no sólo una angustia incomparable en miles de familias, sino un incremento en el pago de subsidios que engrosará la deuda de un Estado hipotecado hasta las cejas, arrojan ya datos apocalípticos».
Entiendo a la derecha que deplora los agobiantes impuestos y a la izquierda que se queja de la «liquidación de servicios públicos». Pero a quien lamenta ambos me recuerda a quien quiere comerse el pastel y guardarlo para mañana. ¿Cómo piensa doña Almudena que pueden mantenerse unos servicios públicos elefantiásicos cuando la pirámide demográfica se ha dado la vuelta y la economía no crece, sino sangrándonos? ¿De dónde cree Grandes que sale la riqueza?
También el milenarismo ha cambiado de signo y es ya patrimonio casi exclusivo de la izquierda, que ama titulares como el que leo en Zona Crítica, el blog de Eldiario.es: «La crisis, en África, significa morirse de hambre«. Morir de hambre no es, ciertamente, novedad en África, pero lo que el artículo ignora cuidadosamente es que nunca ha habido una menor proporción de hambrientos en el Continente Negro como ahora.