Uno, que vive maleado por Twitter, esperaba para el sábado la toma de La Bastilla y como los festejos revolucionarios nunca fueron de mi gusto, que dejan mancha, pasé el día perdido a una distancia prudencial de Madrid.
Para el Trasgo, que escribe hoy en La Gaceta, esto es fatal, porque así es imposible que sepa si unos u otros me están mintiendo.
Por de pronto, el guión se cumple. Ni ‘La Razón‘, ni ‘ABC‘ ni mis colegas de La Gaceta sacan la algarada a primera. Pin y Pon, los gemelos que rivalizan por ver quién le da la mayor alegría matutina a Rajoy (solución: el ‘Marca‘) coincidieron ayer no sólo en ningunear la marcha sindical -nada que objetar a eso-, sino también en quedar atrapados en el tiempo contrarrestando la otra marcha, la de la Diada.
No sé, a lo mejor les funciona, pero yo es contemplar esas portada y empezar a ver un algo en Artur Mas. Quiero decir que titular «Yo soy español y catalán», como hace el ‘ABC‘, sobre un fondo simbólico que parece diseñado por el primo fumado del portadista de ‘La Razón’, seguido de «El coste de la secesión para Cataluña» y rematado con un «La ruinosa independencia», es arriesgarse a la sobredosis patriótica, ¿no? Vamos, que digo yo que algo habrá pasado en el mundo del 11 de septiembre acá.
A MADRID EN AUTOCAR
Los chicos de Marhuenda, que no están dispuestos a ceder en el terreno del simbolismo, me sacan a primera una manzana, imaginamos que de la discordia, con la piel cuatribarrada y el corazón (mordisqueado) rojigualda. Lo pillamos, Paco. Todo, bajo el titular «La Cataluña silenciosa«. En cuanto a la revuelta nada silenciosa del sábado, «Batacazo sindical», me informan. ¿Sí? A ver… ‘El País‘ abre con que «La gran marcha sobre Madrid abre un otoño sindical caliente«, pero no da cifras en el subtítulo y la foto que publica es casi un primer plano, que lo mismo podían ser un millón o una docena.
‘El Mundo‘ opta por una vía media ingeniosa: abre con la marcha pero la hunde: «Sindicalistas acarreados en 850 autobuses piden un referéndum». Sangriento…
Tampoco es que entre los otros haya visto más triunfalismo que el esperable, como es el caso de ‘Maspublico‘, el hermano ‘borroka’ de ‘Público‘, para el que «La protesta contra los recortes convierte Madrid en una marea de colores«. Lo de ‘marea’ no es suyo, sino que así se anunciaba la protesta y lo recoge también ‘El Correo‘, «Marea contra los recortes». Y ‘El Periódico de Catalunya‘ sale con «Consulta o huelga. Masiva respuesta al hachazo de Rajoy».
Al final me saca de mi perplejidad desde ‘Público.es’ un rojo de la mejor hornada, Arturo González: «Con harto dolor de corazón, debo decir que yo creo que la manifestación ha sido un fracaso. Y no sólo por el número de asistentes, que no habrán superado a los 85.000 espectadores que caben en el estadio Santiago Bernabéu, sino también por el tipo de participantes. Siempre en mi percepción, estaban compuestos por trabajadores preferentemente allegados a CCOO, UGT y sindicatos minoritarios, colectivos sociales, y muy mayoritariamente gente venida de pueblos y provincias en autobuses. Madrid ciudad ha dado la espalda a la manifestación, que, por las imágenes que he visto posteriormente, ni de lejos es equivalente a la muy reciente de Barcelona con motivo independentista, ni a la, esa sí, histórica contra la guerra de Irak, ni tampoco por la visita del Papa en agosto del año pasado». Me fío de Arturo y cierro este capítulo.
UNA DE TEORÍAS
Hablábamos el otro día de esos añejos columnistas de ‘El País’ que son como puteros que siguen yendo al burdel de toda la vida sin darse cuenta de que se ha convertido en un banco. Quizá es automático eso de mandar las columnas a la dirección de siempre sin molestarse en leer el periódico. Juan José Millás, por poner un ejemplo, últimamente parece releerse mucho y dejar para otro día lo demás.
Publicó el viernes una en la contra de ‘El País’ que sólo dejé pasar porque no hay Trasgo ni sábado ni domingo, pero que recupero encantado, «Reglas del juego«.
Sostiene Millás: «No es cierto que todos los partidos políticos sean iguales, pero sí que todos obedecen al mismo jefe. Este jefe es un gánster capitalista, valga la redundancia, sin rostro y sin nombre, o de rostro y nombre cambiantes».
La teoría de la conspiración, ya hemos dicho, es de buen tono cuando es de izquierdas y un síntoma definitivo de paranoia si no lo es. Aceptamos eso del ‘hombre sin rostro’ que domina a los partidos. Tiene, incluso, las santas narices de sacar el manido ejemplo del manual del perfecto comecuras: «El modelo es la Iglesia, donde los teólogos progresistas ponen a parir a los teólogos conservadores, sin romper, increíblemente, con la institución». Mmmmm… ¿A qué me suena esto de ir de progresista sin romper con una institución de la que ya sólo queda el tufo en su variedad de izquierda caviar, rojerío bienoliente de anuncio de Loewe.
Pero, ¿se ha parado a pensar Millás para quién escribe? ¿Conoce la composición del capital de Prisa? ¿No nota nada, no sé, incoherente, hipócrita o poco honesto en desenmascarar a todos menos al más cercano y evidente?
¡Ah, ser de izquierdas, por encima del bien y del mal!