A quienes me acusan de repetitivo les advierto: sospecho que va a ir a peor. Lea a El Trasgo en La Gaceta.
No es sólo que la izquierda siga repitiendo incansable las mismas tonterías como si aún hicieran gracia. Es que el otoño promete ser muy de calle, y ya sabemos cómo son estas cosas: harán fotos donde la concentración de personas sea más vistosa, inflarán cifras, tronarán con la idea de que el ‘pueblo’ ha hablado y el Gobierno no tiene otra alternativa que obedecer si no quiere quedar como los fascistas que son en el fondo de su negro corazón… Todo tan cansino que ganas me dan de comprar un solo periódico y leerlo cada día, cambiándole la fecha a boli.
¿Y las otras manifestaciones, pregunta usted, las marchas por la vida y cosas así? Esas son más fáciles de medir para la prensa progresista: ni siquiera existen. Problema resuelto.
HUELGA DE CONSUMIDORES
Señores, escuchen: no tengo vocación, tiempo o ganas de patearme Madrid -más lejos no me voy- contando manifestantes y no, no les creo ni por el forro. No hay posibilidad alguna de que si el Gobierno dice que la huelga de estudiantes ha tenido un seguimiento del 20% y los organizadores se empeñan en que esa es la proporción de quienes han ido a clase no mienta una de las dos partes con toda la boca y, muy probablemente, ambas.
Adelanto que las huelgas de estudiantes siempre me han dejado algo perplejo. Si recuerdo bien la teoría de la huelga, se trata de que los trabajadores paralizan la producción para que su patrón sufra pérdidas y se vea obligado a ceder a las mejoras que plantean los primeros.
Pero, en el caso de los estudiantes, ¿no son ellos los consumidores del producto educativo? Para ellos, dejar de ir a clase, ¿no es como si me siento delante de Mercadona decidido a NO comprar? Wert ha puesto de los nervios a la progresía -que, confesémoslo, los tiene tan a flor de piel como una damisela victoriana- al llamar «política» a esta huelga. Pero parece obvio que los estudiantes no quieren un aumento de sueldo…
Ayer estaban también en huelga los alumnos de Secundaria, es decir, que sus padres no les llevaban al cole. ¿De qué hacen huelga éstos, de padres? ¿Se puede? Si pueden optar por dejar sin clase a sus hijos, ¿será legal ponerles en huelga de hambre? Pero de esto, más luego.
En Twitter, una red social que adoro porque en ella los rojos limitan sus fantasías a 140 caracteres (40 son a menudo insultos), he leído como una obviedad, una verdad de perogrullo, que Wert tiene que dimitir aunque sólo sea porque apoya los recortes en lo suyo.
La idea, por lo visto, es que demuestra poco apego a su departamento quien no acapara hasta el último euro. ¿Que no hay dinero? Pues que recorten a otro. Y así ministro a ministro hasta que se decida que, si no hay dinero, se pide. Y luego no se paga. O algo. Creo que el juego se llama ‘solidaridad’, pero no me hagan mucho caso.
A los chicos de Roures no les llega la camisa al cuerpo con estas declaraciones del ministro-muñeco de vudú que les sirve para titular en la página de inicio de Público.es: «Wert no considera necesario invertir más en educación porque no afecta a productividad de los alumnos«. Me está empezando a gustar este tipo; me los va a desgraciar a todos de un infarto o una apoplejía. Y empieza el texto con las palabras textuales del ministro: «No porque un Gobierno invierta más en educación tendrá mejores alumnos o trabajadores más productivos».
¡QUÉ SABRÁN LOS DE PISA!
En el doblepensar de la izquierda, ya saben, se pueden mantener dos ideas contradictorias sin que molesten, pudiendo tirar de una u otra según convenga.
Tenemos que creer que una sociedad sin competencia puede prosperar porque creer que solo nos movemos por dinero es tan típico del neoliberalismo, y repetirnos que hay que acabar con la primacía del capital y volver a dar importancia a otras cosas como la cultura y la solidaridad y los unicornios de colores. Pero recórtales un euro de lo suyo y vas a saber lo que es navajeo del fino.
Lo que ha dicho Wert lo ha dicho el Informe PISA y, además, es obvio: el despilfarro es la negación de que todo se arregla a base de acumular millones sobre el problema.
Pero hay otro ejemplo: la huelga esa de ‘padres’ de que hablábamos antes, convocada por la Ceapa, una de esas ‘asociaciones de padres’ tan apolíticas como Jueces para la Democracia, para que me entiendan.
El Gobierno, visto que hay que meter hacha y prefiriendo no recortar más de lo que importa (recursos educativos y así), ha dejado en nada las subvenciones a Ceapa. Vaya, eso debe de ser un golpe de muerte a la calidad educativa, ¿verdad? Es algo por lo que compensa sobradamente dejar a tus niños sin cole, que están los tiempos como para perder el chollo.