La izquierda me repugna. No sé si alguna vez he dejado traslucir este punto en la sección, pero sí: es el dogma por defecto de nuestra clase intelectual, la raíz de la nueva hipocresía, el viejo engaño manchado de sangre y de sueños destrozados, la barbarie eterna disfrazada de arrogante fariseísmo. Lea a El Trasgo en La Gaceta.
Qué fácil sería desmontar la mentira, levantar la cortina y gritar que el rey está desnudo si hubiera algo al otro lado, fuera de un manojo de intereses cobardes, tribales y acomodaticios, flexibles como un chicle y serviles hasta el ridículo.
«Aval absoluto a Rajoy«. Es la portada de ‘La Razón‘.
Empecemos por lo de ‘absoluto’. La idea de que la victoria del Partido Popular en las autonómicas gallegas sea un cheque en blanco al Gobierno español, con la que está cayendo, supera lo que podía publicar ‘Pravda’ en sus ‘mejores’ tiempos. Las portadas de ‘La Razón’ llevan meses siendo la sensación de las redes sociales, donde los participantes especulan con la nueva salida de pata de banco de Paco Marhuenda al servicio de su señor, pero ayer se superó.
GALICIA ES ESPAÑA
Incluso sin el «absoluto», leer los resultados como un espaldarazo a Rajoy sería erróneo, pero legítimo en un medio que estuviera dispuesto a titular «Rechazo (absoluto) a Rajoy» en caso de derrota popular. Pero algo nos dice, ¿verdad?, que en ese caso serían sólo unos comicios autonómicos, sin más trascendencia que la puramente local.
Nadie lo ha interpretado así. ‘El País‘ reconoce que «El desplome socialista da aliento a Rajoy e impulsa el soberanismo en Euskadi«. Aquí ya no sólo vemos el generalizado desprecio por la realidad autonómica -lo que importa es La Moncloa, sean autonómicas, municipales o europeas- sino otro tic izquierdoso del que ya hablamos tras las pasadas generales: todo va sobre nosotros.
¿Se acuerdan? Cuando ganó Rajoy el pasado noviembre, ‘El País‘ y ‘Público‘ dedicaron incontables páginas a explicar que no había ganado el PP, sino que había perdido el PSOE, y a especular sobre las posibles causas de esa malhadada derrota (creo que la conclusión más generalizada era que «no habían comunicado bien»). Para la prensa progresista, la vida política sólo tiene dos posiciones: cuando triunfa la democracia dando la victoria a los socialistas y cuando, por un desgraciado accidente pasajero, pierden los socialistas. Los populares gobiernan como por defecto, en algo así como una usurpación tolerada.
La izquierda es impaciente con la democracia, y ahora, con el hundimiento del PSOE y una IU todavía demasiado lejos del poder, las urnas parecen más lejanas que nunca y les sale la ‘otra’ vena.
Se lo leemos como de pasada a Arturo González en su columna en ‘Público.es‘ «Me alegro«, cuando dice que «desgraciadamente descartada la posibilidad de un alzamiento en revolución, la existencia de un PSOE renacido, abierto a alianzas con todo progresista, es vital.» ¿Descartamos alzamiento, don Arturo? ¡Venga, porfa!
Todo está justificado, porque mientras que cuando un socialista, de la noche a la mañana, mete un tijeretazo de órdago al Estado del Bienestar tras una llamada de Bruselas y se lamenta como una medida desgraciada pero explicable, todo lo que haga la derecha, por desesperada que sea la situación objetiva, es siempre objeto de exageraciones guerracivilistas, como en el propio texto de González: «Las clases pudientes, con un Gobierno ultra al frente, machacan y explotan sin piedad a las clases más desvalidas y medias.» Cualquier día salen los ricos con la ametralladora y todos cuerpo a tierra.
CAPITALISMO Y DEMOCRACIA
También en ‘Público.es‘ leemos una entrevista a Vicenç Navarro y Juan Torres con esta declaración como titular: «El capitalismo es cada día más incompatible con la democracia«. No voy a decir que no, pero de lo que estoy seguro es de que el socialismo no lo ha sido nunca.
Mi documentalista, que sigue ignorando que su labor fundamental es buscarme textos, estalla con esta frase de la entrevista: «El Estado de Bienestar está cada día más debilitado y millones de personas mueren por las decisiones económicas que toman los poderosos».
Bueno, sí, esos ‘millones’ de muertos deberían empezar por identificarlos, pero esta chica no atiende a sutilezas: «A estos de izquierdas les encanta colgarle muertos a los demás. ¿Has visto que en las dos últimas semanas no hacen más que llamar terroristas a todo el mundo? Terrorista el que recorta en sanidad, terrorista el que recorta en educación… Y el otro, Beiras, diciendo que Feijóo ha matado más gente con sus reformas sanitarias que ningún terrorista en España. ¿Y esto se lo traga alguien?».
No se lo tengan en cuenta: olvida la relativa victoria de los únicos a los que nadie en la izquierda relaciona nunca con terro- ristas: Bildu.