No, en serio, si es que van provocando, y luego les extraña. Amancio Ortega, fundador y dueño de Inditex, el hombre más rico de España y uno de los más ricos del mundo, no tiene bastante con crear riqueza y puestos de trabajo y generar ingresos fiscales, sino que ahora va y dona 20 millones de euros a Cáritas.
Naturalmente, la reacción de la izquierda ha sido inmediata y abrumadora: lo han crucificado.
¿No lo esperaban, de verdad? La izquierda española tiene el doble peso de ser izquierda y de ser española, es decir, tener la envidia en su grado máximo y multiplicada por dos. Aquí preferimos cualquier cosa a que nos perturben los esquemas que, las más de las veces, traemos heredados de casa y grabados en piedra. Los empresarios son unos explotadores sin escrúpulos y el resto son las clases obreras. Aunque los que más se mueven y agitan no hayan dado un palo al agua en su vida, nos explicarán a gritos que los bancos les roban. Aunque no dicen qué, naturalmente.
TUITEANDO QUE ES GERUNDIO
Para momentos así, nada como las redes sociales, que allí la izquierda habla a calzón quitado. Tenemos, elegido al azar, a Perico Jiménez (@pericojimenez1), quien sostiene que «Proporcionalmente si yo dono un euro estoy donando más que Amancio Ortega». El condicional es importante, porque no consta que Perico haya dado el euro en cuestión.
Ramón Ortiz (@ramn_ortiz) fulmina «¿Y si Amancio Ortega pagara sus impuestos en España en vez de en Irlanda y sus FÁBRICAS estuviesen AQUÍ y dejara de DAR limosnitas con foto?». Me extraña que Ramón no exija a los pobres que esperan un plato de sopa en los comedores de Cáritas que rechacen algo que procede de fuente tan vil.
El rojerío, y eso es lo curioso, ya vive en una gran proporción de Amancio Ortega y toda su lucha consiste, básicamente, en seguir haciéndolo de por vida. Sólo que normalmente no viven del dinero de Ortega y otros a través de Cáritas, sino de Hacienda, que en lugar de pedir, exige.
Pero quizá la que ha superado todas las cotas de exhibicionismo haya sido Lucía Etxeberría. Lucía ganó el Planeta hace la pila de años, y desde entonces no ha sabido bajarse de la peana, aunque no haga nada de relevancia para seguir en ella.
Tenemos, por ejemplo, esta joya: «Si los empresarios (Ortega entre otros) no deslocalizaran fábricas, quizá no haría falta Cáritas», comenta en Twitter. Lucía, naturalmente, ya es lo bastante mayor, pese a su cada vez más patética pose adolescente, de recordar la Era Dorada anterior a la deslocalización de fábricas, cuando no había un solo pobre y Cáritas no era necesaria.
MOTIVOS, RAZONES
Pero a Etxebarría no le basta con una batería de tuits a cual más bilioso: ha escrito en un sitio llamado ‘AllegraMag‘ (no pregunten) «No es Zara todo lo que reduce. ¿Qué hay detrás de una donación millonaria?«. El comienzo, si bien no es probable que le haga acreedora de otro premio literario, es ilustrativo: «Si quieres hacer una obra de caridad, dona 20 millones. Si quieres crear riqueza en tu país, abre con esos 20 millones una fábrica, da de comer a muchas empleadas y a sus familias y crea riqueza. Si tus fábricas están en Turquía, India, China y Marruecos, si empleas mano de obra infantil, no estás creando riqueza en tu país. La caridad no es justicia. Es caridad». Lucía no es muy de caridad. Que se lo digan, si no, a Adoración García.
Leo la historia en ‘El Mundo‘, fue en 2008: «Al parecer, la amistad que compartían ambas mujeres bastaba para que Adoración fuera una de las inquilinas del piso que Etxebarría posee en el barrio de Lavapiés. El problema surgió cuando Lucía consideró que su inquilina tenía que abandonar su inmueble. Según consta en las denuncias policiales, ella le pidió a la autora de ‘Amor, curiosidad, prozac y dudas’ que le diera un plazo para hacerlo, y la respuesta de la misma fue cogerla por el cuello y golpearla una y otra vez al grito de ‘Eres una parásita, te voy a hundir».
JUSTICIA SEGÚN LUCÍA
Pero eso es porque no hay justicia, aunque nuestra eterna adolescente no se molesta en definir el término, no vaya a ser. Tampoco se plantea cómo es posible no crear riqueza en tu país cuando tu país está de tiendas de Zara a reventar que, suponemos, darán trabajo a encargadas, dependientas, empresas de logística y decenas de otros sectores derivados. Es que es de letras.
Tampoco nos indica qué pasaría con esos niños de Turquía, India, China y Marruecos si no trabajaran para Inditex, si es que lo hacen. ¿Irían a la escuela cogiditos de la mano? No, evidentemente nadie les fuerza a trabajar salvo el hambre. Y, si no hay riqueza, tendrán que trabajar o esperar ayudas… Pero eso sería ‘caridad’, ¿no, Lucía?
Entiéndanme, no acuso a Lucía de insolidaria; ella misma lo aclara: «Soy socia de Amnistía Internacional y de Greenpeace y voluntaria en una ludoteca de exclusión social». ¿Les he contado que usted puede ser socio de Greenpeace por 9 euros al mes? Pues eso.