Bedoya en El País critica el cristianismo, la única civilización donde la mujer tiene plenos derechos, por machista

ABC se parodió a sí mismo en su portada, titulando con las palabras de Rajoy: «Por fin puedo dar una buena noticia»

Más de un millón de denuncias por violencia de género desde que hay tribunales especializados

Hay una propuesta ideológica en la palestra pública, y es la de la izquierda. Es disparatada, inviable, destructiva, enemiga de la civilización. Pero la derecha -la oficial, la que toca poder, el PP y sus corifeos- es una broma. Lea a El Trasgo en La Gaceta.

No cree en sí misma; no cree en nada, salvo en el poder. Más que ideas, representa intereses, familias, tribus. Es conservadora de lo que haya, aunque lo que haya sea el zapaterismo.

LAS BUENAS NOTICIAS

Es una suerte que, si es cierto lo que se cuenta, Rajoy no lea otra prensa que Marca, porque si no se moriría de alipori con, por ejemplo, la portada de ABC.

El decano de la prensa madrileña hace honor a sus muchos años en el sentido de que se le ve claramente senil. Chochea.

Con la que está cayendo, ese Rajoy sonriente y ligeramente risible en su mandil laboral bajo el entrecomillado «Por fin puedo dar una buena noticia» no es meramente ridículo: es casi insultante. La noticia es algo de Renault, y la ocasión -la visita del amado líder a una planta automovilística palentina- da para poco más que un breve.

La Razón, por contraste, tiene algo más parecido a una información relevante («El pacto CiU-ERC. Tijeretazo a cambio de soberanía«), pero llevan tantas portadas simbolistas a base de amarillo y gualda que me estoy empezando a hartar de colores patrios.

IDEOLOGÍA POR LEY

Ayer fue el Día Mundial contra la Violencia de Género, la perfecta ocasión para que todo el panorama nacional se incline reverente ante los dogmas de nuestro tiempo, demostrando que la diferencia entre izquierda y derecha es meramente de matiz, de ritmo, de énfasis.

Tan magna ocasión ha sido aprovechada por la ministra de Sanidad y Asuntos Sociales para presentar la enésima campaña contra esta supuesta plaga, una ocasión más de que los poderes públicos nos traten a todos como a criminales en potencia y menores de edad.

No sé cuánto costará; sé, en cambio, que es dinero tirado alegremente por la alcantarilla, salvo en su objetivo implícito de reeducarnos a todos en las mentiras universalmente aceptadas.

No hay, no existe «violencia de género». Aceptar, incluso, esta absurda etiqueta es comulgar con una visión ideológica rígidamente deformante.

Hay hombres que maltratan a las mujeres con las que conviven, como lo hay que matan en atracos o en peleas de bar o abusan de sus subordinados, actividades todas ellas constitutivas de delito.

Nada de esto se ha solucionado con la ley aprobada por Zapatero y consagrada con reverencia por sus sucesores, valga la palabra en más de un sentido. Tampoco era, realmente, su objetivo. Su meta real era institucionalizar una ideología de género que presenta a hombres y mujeres como enemigos mortales en el esquema marxista de opresor y oprimido.

Se han instruido, desde que existen tribunales especializados, más de un millón de denuncias. ¿De verdad cree alguien que esta cifra corresponde a algo real y vivimos en un país de criminales?

La cosa me da para continuar donde lo dejé ayer, en la inefable columna de Juan G. Bedoya en El País sobre la inevitabilidad’ a largo del sacerdocio femenino, «Pasarán mil años«.

Bedoya escribe de religión, lo que en España significa hablar de la Iglesia, pero parece que no se le ha pegado nada. Es lo que pasa con esta gente: les falta oído, y sólo saben leer las noticias eclesiales como las políticas: buscando alineamientos ideológicos y luchas de poder y dejando fuera el meollo, que es como escribir la crónica de deportes preguntándose si la victoria del Depor favorece al PP o al PSOE.

REDENCIÓN DE GÉNERO

«Ella como pecado, la aversión a la sexualidad. Para gran parte de las religiones, la mujer sigue siendo un problema«. Si la primera frase no les ha provocado un bostezo automático, enhorabuena: eso significa que lee poco a los vulgarizadores teológicos de la izquierda. 

A ver, Juan: la mujer sigue siendo un problema para, espero, todas las religiones con algún fundamento, porque el hombre, en el sentido de ser humano, es un problema, y un problema enormemente interesante.

«El cuento acaba con que la pareja fue arrojada del Paraíso, condenada a ganarse el pan con el sudor de sus frentes, por una desobediencia de Eva, que, pecadora, débil o curiosa por saber, comió de la fruta prohibida, acaso una manzana». Este, señores, es el experto en Religión de El País.

Todo el catolicismo, todo el cristianismo, todo, carecería de sentido si lo que dice Bedoya fuera verdad, si alguna vez en alguna parte se hubiera sostenido esa idea, que Bedoya pretende multisecular, ese «por una desobediencia de Eva». Entonces, ¿Cristo no vino a redimirnos a los varones, que, por lo visto, no tenemos nada que ver? ¿Adán se comió el marrón por solidaridad? Bedoya dice tonterías y, lo peor, lo sabe, pero necesita repetir el cansino tópico de una fe machista que, oh casualidad, inspiró la única civilización en la que la mujer ha conseguido la igualdad. Si Bedoya me enseña otro campo de cultivo que haya generado una civilización donde la mujer haya conseguido plenos derechos, que me lo cuente. Espero.

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Autor

Elena Bellver

Redactora de contenido web & Seo, Copywriter & Community Manager. Es la redactora de las recetas de cocina de Periodista Digital.

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