Yo no diría tanto, la verdad. Me refiero al titular que abría ayer El Mundo, «Mas entra en la historia«. Entrar en la Historia, al menos la que merece mayúsculas, no es tan fácil, y no basta con -cito- protagonizar «el mayor ridículo electoral en 30 años de política autonómica». Lea a El Trasgo en La Gaceta.
Y es que en todos estos años de «política autonómica», admitámoslo, cierto ridículo, cierto tono de opereta, de ópera bufa, siempre ha acompañado a estas taifas de quiero y no puedo: embajadas, reescritura de la Historia (Cervantes catalán, América descubierta por los catalanes), fascismo blando en pronunciamientos imposibles en un Estado nacional…
Es, ya digo, difícil entrar en la historia forzando el ridículo en lo nacionalista, tan fecundo en esperpentos. Pero, sin llegar a tanto, la prensa en general va por ahí, en el sentido de que el Molt Honorable Mas no ha hecho un papel demasiado honorable en su espantada electoral.
TRISTE SONRISA
«Batacazo«, abre, sin más explicaciones, El Periódico de Catalunya, sobre una foto de Mas con la cabeza inclinada y una triste sonrisa. «Duro castigo a Mas«, titula la Fiel Infantería, quere- mos decir, La Vanguardia, que tantas razones tiene para estar agradecido a la Generalitat y asus generosas políticas con los medios afectos. Cría cuervos…
El País, por aquello de que es referencia para todos nosotros, pobres aprendices, matiza: «El plan de Mas se hunde en las urnas«. El plan, no hay que decirlo, es la independencia. Lo señala así en el antetítulo: «El soberanismo cede terreno en el parlamento catalán pese a la recuperación de ERC».
¿De verdad? Los resultados no me lo dejan tan claro, pero la prensa entera me contradice. No digamos la monclovita: para La Razón es como si el PP hubiera arrasado por mayoría absolutísima y Cataluña fuera un mar botifler de rojigualdas: «Adeu, Mas: a Cataluña le gusta España«. ¿Tanto? Bueno, no sé, pero si es por los partidos que han ganado, la cosa me suena a esas novias que te dicen «No, si quererte, te quiero, pero es que…». Vamos, que si a Cataluña le gusta España -y no estaría mal, porque es España-, ya podrían demostrarlo en las urnas de un modo más explícito.
DISTINTAS LECTURAS
El otro, ABC, no llega a interpretar la afectividad de los catalanes, pero coincide en que «Mas pierde su plebiscito«. Corríjanme si interpreto demasiado, pero algo me dice que si CiU hubiera arrasado estaríamos, para el decano de la prensa madrileña, ante unas autonómicas sin más lecturas; nada que ver aquí, hagan el favor de circular. ¿He hablado del antetítulo? «Cataluña rechaza la independencia». Ole.
Fíjense hasta qué punto nada es verdad ni es mentira para la prensa, sino que todo es según el cristal con que se mira que, en contra de esta unanimidad del papel, leo en Público.es: «La cúpula del PP ignora la mayoría independentista«. Un marciano que quisiera saber qué ha pasado en las elecciones catalanes por la prensa iba a acabar más confuso que antes de empezar.
Claro que, bueno, estamos hablando del digital de Roures, y ya se sabe. De hecho, leo en su página de inicio: «La prensa europea destaca el descalabro de CiU y el avance soberanista«. Pulso en el enlace y me lleva a un artículo cuyo titular ya recula: «La prensa europea destaca el descalabro de Artur Mas en las elecciones catalanas«. De algún modo, el soberanismo ha ido a menos. ¿Perdido en la traducción?
Bueno, el primer titular de la prensa extranjera que cita es Le Monde, para entendernos, El País del país vecino: «España: los nacionalistas retroceden frente a la izquierda independentista«. Pero, en cambio, The Times titula que «El intento de secesión de Cataluña termina en desastre electoral y probable coalición«. La Reppublica: ‘Cataluña: Mas vence pero pierde escaños y el sueño independentista se aleja‘. A ver, que no me acuerdo, ¿cómo era el titular de Público.es?
LA FAMILIA…
Para Eldiario.es de Nacho Escolar, la noticia es que «El PP reclama a Mas que elija entre la consulta y aprobar los presupuestos«. Es bueno: Mariano queda como una especie de Vito Corleone haciendo a Mas «una oferta que no podrá rechazar».
Y como el periodismo, si no extraños compañeros de cama, sí da pie a extrañas coincidencias, Nacho en su comentario, «Artur Mas repite la jugada Álvarez-Cascos (con parecido éxito)«, da la razón a Pedro Jota: «El president de la Generalitat iba a por la mayoría absoluta y ha salido trasquilado. El ridículo es épico, como esa campaña mesiánica donde pidió ‘una mayoría excepcional’ que se ha quedado en un excepcional ridículo: pierde doce escaños y ocho puntos».
En general, la izquierda revolucionaria es impaciente con el independentismo. No puede ponerle peros, porque sería hacerle el juego a «los fachas», pero entiende que el juego de las banderas distrae de lo que ellos consideran importante.
Lo cuenta Rafael Reig en lo de Escolar («La patria es muy soluble«): «Como a un chico pelmazo que se siente oprimido, a Cataluña, si quiere ser independiente, no hay más remedio que abrirle la puerta. Eso sí: yo al menos no le voy a pagar el piso al independiente ni a hacerle la colada, como en aquel viejo anuncio de lavadoras en el que una señora saludaba tan contenta a su hijo, que venía con una bolsa de ropa sucia: ‘¡Hola, independiente!».
