«La sanidad no se vende, se defiende». Veo la pancarta en la foto que abre la primera de El País, debajo de «La sanidad pública de Madrid planta cara a la privatización«. Me gusta eso de «planta clara»; es destilado de Prisa, marca de la casa. Si se tratara de una protesta que El País quisiera denigrar, elegiría otra expresión; «planta cara» es un modo de presentar a los manifestantes como héroes sin tener que decirlo. Siguen siendo los mejores… Lea a El Trasgo en La Gaceta.
En cuanto al mensaje de la pancarta, no es muy original: de hecho, la he leído, con leves variaciones, aplicada a la educación, a la cultura, a las pensiones… Ya saben, «La cultura no es una mercancía». O la sanidad, o la educación.
Por supuesto, la sanidad se vende. Y todas las otras cosas. Los organizadores de estas manifestaciones lo saben mejor que nadie, porque cobran por dispensarla. Si no fuera una «mercancía», la proporcionarían gratis, y no es el caso. Cobran los médicos, y los fabricantes de los aparatos y las empresas farmacéuticas. No, en realidad no quieren decir que no sea una mercancía, o que no se venda; lo que quieren decir es que otro tiene que pagarla. Concretamente, usted.
Sólo hay un espacio en el que este tipo de servicios se ofrece realmente gratis todos los días, donde se atiende gratis a los enfermos, se enseña gratis, se alimenta gratis y mucho más. Se llama familia, y es un espacio de libertad y donación mutua (dación sin pago, podría llamarse) que los más acérrimos amigos de lo público quieren destruir a toda costa. Paradojas de la modernidad.
TRES MOTIVOS, TRES
Enrique Costas Lombardía, economista especializado en sanidad, escribe una desconcertante tribuna al respecto en El País, «Tres motivos para una huelga«. Digo desconcertante porque sus tres motivos no justifican tanto una huelga como la inmediata liquidación del sistema que pretende defender. El primer motivo es «maltrato al personal» (con ese uso un tanto abusivo de las palabras contra el que empezamos a estar inmunizados).
Dice: «El sistema es en términos mercantiles una empresa de mano de obra intensiva: más del 55% de su gasto corresponde a personal. Además, son los médicos, con sus decisiones clínicas, y no los gerentes y directivos, los que asignan la mayor parte de los recursos. Parece obvio que cualquier proyecto debiera tener en cuenta la actitud del personal».
Ahora, no se necesita ser un experto en economía, sólo un conocedor mediano de la naturaleza humana, para saber que si es la actitud del personal la que debe decidir cualquier servicio y no sus clientes o sus financiadores, el resultado beneficiará a los primeros en detrimento de los segundos. No hay que ser un genio para verlo, creo.
El segundo, ejem, motivo es el «despilfarro de los políticos». Una vez más, es algo que caracteriza, no al sector público, sino a cualquier sistema en el que quien gasta no gasta su propio dinero y tiene un medio de extraer coactivamente fondos de los demás. Se llama disparar con pólvora del rey, y es un motivo para privatizar, no para defender los servicios públicos.
Y termina: «No sirve ofrecer como justificante una opinión basada en datos infundados porque no hay evidencia científica alguna de que la provisión pública de asistencia médica sea menos eficiente que la privada». No sé qué considera Costas Lombardía evidencia científica, pero él mismo se ha encargado de ofrecer, digamos, pruebas circunstanciales de peso a sumar a lo que se sabe desde hace décadas y dicta el puro sentido común que, espero, no está reñido con la ciencia.
Por lo demás, tampoco hay evidencias científicas de que una plantación de esclavos sea menos eficiente que una cooperativa, pero no creo que eso sirva para defender la primera.
Y A SU DERECHA…
Desmontar las falacias progresistas es tan fácil como pescar en un barril, y es por eso que me llevan los demonios con una prensa contraria determinada a caer en el ridículo para halagar a sus patrones.
Vemos que La Razón, aunque sigue pedaleando con los resultados de las catalanas, encuentra el modo de hacer una vez más de Rajoy la foto de portada. El hombre, la verdad, no es tan irresistiblemente atractivo para justificar semejante book y no vemos probable que las adolescente recorten su efigie de las portadas de Marhuenda para forrar sus carpetas escolares. Se arriesgan al aborrecimiento por sobredosis incluso entre los más fieles.
La noticia que abre es «Mas desgobierno» lo que, a tan poco de las elecciones, parece excesiva precipitación y un gusto pavoroso e infantil en juegos de palabras. En cuanto a la excusa para volver a sacar a Rajoy Superstar (podrían poner su efigie en la mancheta, a modo de logo, y acabábamos antes), junto al ex presidente Aznar, es esta:
«Aznar: ‘La persona que más deseó el éxito de Rajoy, excepto su mujer, fui yo». Rajoy no fue ni la primera ni la segunda opción elegida por Aznar para sucederle, ahora lo sabemos y es una humillación que los Marhuenda Boys quieren lavar con esta portada.
Para ABC, «No han entendido nada«. Los chicos de CiU, se entiende. Que pregunten al decano de la prensa madrileña, que es el modo de saber lo que de verdad quieren los catalanes…