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De ministros con cartera a ministros carteristas

De ministros con cartera a ministros carteristas
Rajoy, con varios de sus ministros.

¡Qué tiempos aquellos en los que se nombraban ministros con cartera, oye! Y no como ahora, que sólo nombran ministros carteristas. Antes juraban tan digno cargo señoras y señores con currículos forjados en despachos de abogados, en cátedras universitarias, en sofisticadas obras de Caminos, Canales y Puertos, que era una gloria verlos bajar de sus coches oficiales por todas las Españas dispuestos a dar, en vez de pedir.

Ahora se forman los gobiernos con hombres y mujeres con sus cerebros lavados en las distintas y distantes “masías” de los partidos políticos, ¡míralos!, que ya no se traspasan carteras en sus tomas de posesión, sino huchas para salir a pedir a las calles de España, como si los 365 días del año fuesen talmente el “día del Domund”.

Antes, cuando llegaba un ministro a tu pueblo, a tu ciudad, abría su paradigmática cartera y sacaba planes de desarrollo, obra pública, proyectos de ferrocarriles, de metros, de puertos, de escuelas, de esos que nos hacían soñar que de mayores podríamos ser europeos. Pero es que, ahora, ves llegar un coche oficial y sabes que se va a bajar de él una señora o un señor gritando: ¡Manos arriba..! ¡Esto es un atraco!

Toda una vida pagando a escote la Sanidad, la Educación, la Justicia, asuntos de esos, para que vengan ahora estos chicos de Rajoy a decirnos que se acabó la barra libre. Que no se puede seguir utilizando ambulancias, comedores escolares, aulas universitarias, quirófanos, medicinas, energía eléctrica, carreteras y demás servicios del Estado por la cara. Te lo dicen así, sacándote los colores y dejando a cuarenta y pico millones de españoles con la sensación de que estamos siendo unos desaprensivos gorrones.

Pero, coño. ¡Si pagamos entrada todos los meses por adelantado! En las retenciones a cuenta, en el IVA, en las cuotas de la Seguridad Social, en los impuestos indirectos, en las tasas aeroportuarias, en los peajes, como una enorme cabaña de vacas lecheras que no decimos ni mu mientras nos ordeñan.

Estos chicos, las Mato, los Gallardones, los Soria, los Wert, y sus distintas réplicas autonómicas, en vez de romperse la cabeza sacando conejos de sus carteras ministeriales, han decidido sacar conejos de las anémicas carteras de los ciudadanos.

Así gobierna cualquiera, oye. Ministros como estos, especializados en vaciar carteras, los encuentras a millares en los metros y los transportes públicos de España en horas punta. Si dirigir un país va a consistir en esto a partir de ahora, que alguien le pase a Rajoy una lista de los carteristas fichados por la policía para cuando decida hacer una remodelación de su gobierno.

Hay auténticos cracks en esa materia, Mariano. Lo que yo te diga. Y tiene la ventaja de que ni siquiera gastarían en coche oficial, ni en tarjeta VISA, ni en asesores, ni en sesudos proyectos de Ley, ni en coñas marineras. Lo hacen todo a pie, a mano y con una precisión y velocidad para recaudar que ya quisiera para sí Cristóbal Montoro.

Pero, ahora en serio. Los ministros de antes eran señores dispuestos a mojarse en las aguas radioactivas de Palomares, ante Dios, la historia y los chicos de la prensa, para mantener a flote la “marca España” ante los ojos del turismo internacional.

Los de ahora, en cambio, cierran paradigmáticos Paradores y desguazan la compañía IBERIA, que era la gran fuerza aérea de un país que recibe 60 millones de turistas al año. Los ministros de antes despachaban con los empresarios en las cacerías, que era una cosa con más glamour y permitía sutilezas cinematográficas como las de Berlanga. Pero es que, los de ahora, despachan en sus coches oficiales, oliendo a gasolina y bocata de estación de servicio y tentando a Santiago Segura para escribir su próximo guión de Torrente 5.

¿Cómo hemos pasado de aquellos solemnes ministros con cartera a estos patéticos ministros carteristas, eh? Va a resultar que aquella enigmática frase que soltó una vez Alfonso Guerra: “a este país no lo va a reconocer ni la madre lo que parió”, no era una chorrada, sino una profecía.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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