España graffiti / Javier González Méndez

Esperanza: de cazavotos a cazatalentos

Un rayo de esperanza para la desprestigiada casta política española

Han fichado a la ex presidenta de la Comunidad de Madrid para una firma catalana de cazatalentos. Este si es un sonado y “esperanzador” fichaje de invierno, y no esos que anuncian los medios deportivos.

Es el segundo apellido Aguirre, tras la rentable incorporación de Javier ídem al Real Club Deportivo Espanyol, que puede aportar valor añadido a la ciudad Condal. Porque, no nos engañemos, Barcelona ha dejado de ser bona porque ya no sona la bolsa, sino los nombres de Oriol, de Duran, de Mas, de Navarro, por motivos distintos y distantes que han expandido por la Comunitat déficit público, judicial, constitucional, moral, ético y estético.

Ha sido anunciarse el traspaso de Esperanza a Barcelona, y una parte de la afición popular madrileña se ha rasgado la vestiduras, como in illo témpore se las rasgó la afición culé con los inesperados traspasos de Figo o de Laudrup. Es un poco como si la esperanza se fuese de Madrid para instalarse en Barcelona, en un momento en el que la derecha chulapa, entre Pinto y Valdemoro, entre la espada de Ignacio González y la pared de Ana Botella, sobrevivía aferrada a la idea de que la esperanza es lo último que se podía perder.
  
Menos mal que Génova, 13, en su sabiduría, ha dejado la mitad política de Esperanza en su primera planta, al frente del partido regional, mientras la mitad privada de la ilustre sobrina de Gil de Biedma se dispone a ser la mejor clienta del puente aéreo.
  
Ahora, como en la canción de Sabina, la ex Presidenta de Madrid se despide pero se queda. “Ahora que nada es sagrado, sobre mojado no llueve todavía y todos los cuentos parecen el cuento de nunca empezar”, una de las grandes cazadoras de votos de España ha decidido hacerse un máster en cazadora de talentos, que era sus asignatura pendiente.
 
Porque, no nos engañemos. Esperanza Aguirre sacaba votos de debajo de las piedras. Pero, chico, en buscar talentos propiamente dichos, se ha vestido muchas más veces de sombras que de luces. En sus faenas le han dado muchos avisos y ha cortado muy pocas orejas. En sus listas ha habido mucho imputado (Bankia, Gürtel), algún que otro espía más grotesco que el paradigmático “Superagente 86” y un sucesor digital que, en sólo tres meses, ha cabreado a más madrileños que Mourinho en tres Ligas.  
 
Nunca como ahora ha sido más evidente que a estos chicos del PP de Madrid no se les puede dejar solos, oye. Ignacio González se levanta cada mañana con una manifestación más que el día anterior pero una menos que el día siguiente. Y los madrileños conservadores han dejado de ver la “botella” medio llena desde el desgraciado suceso del Madrid Arena, las jornadas de reflexión en un hotel de Portugal y la terapia de comunicación aplicada por el equipo médico habitual municipal.
 
Por eso Mariano y Conde, un cazador de votos y un cazador de talentos, se aferran a la esperanza del don de la ubicuidad de la consorte Condesa de Murillo. Han dejado los celos aparte y han aceptado un civilizado, probablemente productivo y seguramente morboso triángulo amoroso. Por otro lado, tampoco es que estemos en época álgida de safaris de votos o de talentos, según las encuestas del CIS y los tozudos informes PISA.

Y sería diferente si se tratase de un varón, de un Pepe Blanco, por ejemplo, haciendo hipotéticamente de Ministro y cazarecompensas al mismo tiempo, a ver si me entiendes, asunto que aún no se sabe si va a acabar mal, pero parece imposible que acabe bien en ninguna de las circunstancias. La ventaja de Esperanza es que es mujer, y ya sabemos por nuestras madres, parejas e hijas que, esa otra mitad de la especie humana, está sobradamente cualificada para hacer dos o más cosas simultáneamente.
 
Por cierto. Tenía que ser Tomás Gómez, esa excepción de la casta política española que consigue ser más tonto cada día porque entrena, el primero en poner el grito en el cielo de Madrid: “Es incompatible que la reciente ex Presidenta de la Comunidad se dedique a la actividad privada”

Vamos a ver, hombre: ¿qué parte de la actividad pública de doña Esperanza, en ese océano humano de mediocridad de la política, puede ser una ventaja para dedicarse a la cinegética  de talentos, eh? ¡Pero si es un hándicap en sí mismo, tronco! Probablemente es lo que ha estado a punto de echar para atrás a Seeliger & Conde, todavía alucinados con el fichaje de Rato por Telefónica. Aquí, en España, si existe una casta incapacitada para descubrir talentos, es la política.

Esa que la ha colocado a usted al frente de la Federación Socialista Madrileña, a Gallardón al frente de Justicia, a Fátima Bañez en Empleo, a Rubalcaba llevando al PSOE contra las rocas (como si Ferraz fuese el puente de mando de otro Costa Concordia), a Mas al Palau de la Generalitat, como paradigma del Principio de Peter, a la Cospe de Dulcinea del Toboso en versión siglo XXI, a Pachi Vázquez de Don Pelayo gallego para reiniciar la reconquista o a Durán i Lleida de voz en estéreo, clamando a mismo tiempo en los desiertos de Madrid y Barcelona.
  
La señora Aguirre es precisamente la genuina Esperanza que le queda a la mediocre clase política que estamos padeciendo los españoles. Todo parecía indicar que, fuera de su ambiente, ningún político español debería tener donde caerse muerto. Pero Seeliger & Conde han reproducido el milagro de Lázaro con esta señora, enterrada en vida y condenada a criar gusanos por las siglas de las siglas: ¡levántate y anda!

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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