ESPAÑA GRAFFITI / Javier González Méndez

La perversión política del indulto: David Reboredo contra ‘Goliat’ Gallardón

En aquel país, aquel nuevo invierno de nuestro descontento, se marchitaba entre las rejas de la cárcel de A Lama, lugar de Galicia, la esperanza de un anónimo cuarentón al que hemos empezado a llamar David Reboredo.

No es un alto cargo de Unió Democràtica de Catalunya pillado con las manos en la masa, ni un lugarteniente de Emilio Botín convicto por maniobras orquestales en la oscuridad financiera, ni uno de esos mossos d’esquadra que propinaron hostias (con perdón) hasta en el carné de identidad a un detenido, con nocturnidad y alevosía, ante Dios, la historia y las cámaras de vigilancia interior de una comisaría.

Tampoco es un «chichi» de Esperanza Aguirre de esos que se nos hacen viejos en Nuevas Generaciones, ni un célebre bailaor que volvió a taconear por alegrías cuando todavía le quedaba la tercera parte de una pena, penita, pena de cárcel, ni un kamikaze que se cobró una vida, pero pudo pagar la minuta de un letrado con un apellido muy célebre y muy «popular» en la calle Génova.

BREVE HISTORIA DE DAVID

Este David que sueña tras las rejas de su celda con ablandar el corazón de Goliat Ruiz Gallardón, perdió las alas de su dulce pájaro de juventud en El Calvario, un barrio obrero de Vigo en el que, como su propio nombre indica, la vida se le ha hecho siempre a sus habitantes muy cuesta arriba. Allí, las crisis (primeros del 80, mediados de los 90, ésta entre la primera y la segunda década del siglo XXI), no vienen y se van.

Allí, se quedan de ‘okupas’, como una imperecedera placenta sociológica que engendra embriones de hombres y mujeres con muchas papeletas para pasarse centenares, miles de ‘lunes al sol’. Se levanta todas las mañanas susurrando: «buenos días, tristeza».

Y luego, por las noches, al final de los interminables días contemplando la vida detrás de los barrotes, se acuesta exclamando con resignación e impotencia ante una foto del ilustrísimo señor Ministro de Justicia: «¡hágase tu voluntad!

Su familia, sin posibles para contratar de abogado a Astarloa, de los ‘populares’ Astarloa de toda la vida, tiene clavadas las dos peticiones de indulto rechazadas como dos espinas en el corazón. Y Vigo, mientras tanto, ciudad de España, vive la náusea colectiva del flagrante agravio comparativo y el cínico argumento que utiliza el Gobierno para explicar algunas de sus inexplicables e inexplicadas medidas de gracia: razones humanitarias.

GRANDEZAS Y MISERIAS DEL INDULTO

Ya sé, ya sé que Ruiz Gallardón es ese señor que se declaró en 1995 «en discrepancia intelectual y jurídica con el indulto». Pero, caray, su Gobierno lleva ya 434 medidas de gracia en poco más de un año. Chico, si no llega a estar en discrepancia, disminuía la población reclusa a más velocidad que el empleo.

Lejos de mí la funesta manía de no aplicar la legislación vigente, oye. Pero, se ponga como se ponga el personal más intransigente esparcido por la geografía española, el indulto, la compasión, el perdón, le proporciona grandeza a una democracia. Sólo las democracias fuertes y con confianza institucional pueden permitirse la hermosa debilidad de la indulgencia. Y en eso, ¿ves?, España ha sido generosa: Suarez indultó a 410 españoles, Leopoldo a 878, Felipe a 5.943 (algo tacaño en 14 años en el poder), Aznar a 5.897 en sólo ocho años de gobierno (un manirroto, vamos), ZP a 3.222 y Rajoy lleva ya 434.

Desde 1979, la indulgencia del Estado español alcanza la cifra de 21.784 seres humanos que, por razones humanitarias, algunas de ellas más discutibles que otras, han alcanzado la hermosa quimera de una segunda oportunidad para regresar al paraíso perdido de la libertad.

Lo que resulta chocante, contradictorio, agraviante, es que David Reboredo, vigués de 43 años, drogodependiente rehabilitado desde hace diez años, por dos resbalones que suman 0’4 gramos de ‘caballo’, no se convierta en el indultado número 21.785. Alguien debería explicarle al señor Gallardón que hay indultos que se conceden que hieren, con razón, la sensibilidad del respetable público. Otros que no se conceden, en cambio, ponen al personal de muy mala leche.

LA DESESPERANTE ESPAÑA ASIMÉTICA

¿Además de una España asimétrica en el ámbito autonómico, fiscal, judicial, salarial, presupuestario, en inversiones públicas, en criterios de la Fiscalía General y demás agravios comparativos, están dispuestos a incorporar también la asimetría en el indulto, en el perdón, en los motivos humanitarios, por razón de Estado, de carné de partido, de nepotismo penitenciario, de intereses políticos?

Va a ser difícil que la historia indulte a Gallardón por tanto indulto que ha sobrado y por indultos, como este de David Reboredo, que se echan de menos. Muchos de los que se han concedido y este que el Gobierno devuelve una y otra vez a corrales, claman al cielo.

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Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

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