Había que desactivar las manos de los clanes de Valladolid y Becerril, de los conseguidores internos que llevaban pegados a pillastres como Correa, el Bigotes, etc
La nota aparece este 8 de marzo de 2013 en Elsemanaldigital, diario online que dirige su autor.
Y dadas las fuentes en el PP de Antonio Martín Beaumont, conviene leerla con atención:
El próximo lunes 11 de marzo de 2013, Mariano Rajoy acude a un desayuno del Fórum Europa «a dar público respaldo» a su secretaria general.
Así lo aseguran personas muy cercanas a María Dolores de Cospedal. Supongo, cuando tanto se insiste, que la número dos del PP necesita ese afecto. El gallinero popular, desde luego, está revuelto.
La gestión del Caso Bárcenas ha puesto fin a la pax hispana que reinaba en el partido desde su victoria absoluta de noviembre de 2011.
Estos días se escuchan en Génova 13 voces recelosas de que Cospedal convierta cada episodio político en una vendetta.
Se critica la comunicación, la coordinación territorial, el departamento jurídico, la tesorería, la gerencia, los argumentarios, la falta de dirigentes que sirvan de airbag del Gobierno…
Sin embargo, creo que se está olvidando lo principal:
¿Cómo es posible que a quien fue gerente del partido veinte años, promocionado finalmente a tesorero por sus méritos, la Justicia le haya pillado con 38 millones de euros en una cuenta en Suiza?
Todo un poltergeist.
Así es: a ese fenómeno paranormal, a desentrañarlo y explicarlo, es a lo que debería estar dedicada la dirección del PP en cuerpo y alma.
Porque los militantes del partido, sus cargos regionales, provinciales y locales e incluso los españoles en general -ya que las fuerzas políticas viven de dinero público- tienen derecho a saberlo.
- ¿De dónde ha podido salir la fortuna del ex tesorero?
- ¿Eran euros del Partido Popular que Bárcenas se llevó?
- ¿Cómo es posible que durante tantos años, en una sede en la que todo se sabe, haya reinado tal omertà?
El Congreso Nacional de Valencia de junio de 2008, el de la renovación rajoyista, fue el pilar desde el que muchos quisieron levantar el nuevo PP.
Pasada la convulsión precongresual, la renovada Dirección debía apartarse de los años de la business-política que se apoderó de la vetusta familia de Génova 13.
Había que desactivar las manos de los clanes de Valladolid y Becerril, de los conseguidores internos que llevaban pegados a pillastres como Correa, el Bigotes, etc. Y se tenía que colocar la sede nacional del PP en el siglo XXI.
La irrupción en la cúpula de decisión popular, vía Rajoy, de políticos heterodoxos, nuevos, sin camarilla en el cuartel general nacional que actuara de corsé, que creían en otro tipo de políticas, como María Dolores de Cospedal, Soraya Sáenz de Santamaría, Esteban González Pons, Jorge Moragas, fue un verdadero soplo de ilusión.
De hecho, el impulso de esa modernización llevó en volandas al PP del Ministerio de la Oposición a La Moncloa.
Ahora Bárcenas es un fantasma de aquel viejo PP que se ha escapado del armario de forma inesperada. Es injusto para esta nueva generación.
Ciertamente. Pero así es la política. Con todo, la responsabilidad tiene unos límites: cada palo (como dijo Cospedal al comienzo de la pesadilla) que aguante su vela.
Y, sobre todo, insisto: el meollo del Caso Bárcenas no es cómo se hacen las ruedas de prensa o si la sexta y la séptima planta del edificio de la gaviota están en penumbra o si los vicesecretarios ven a una secretaria general más seria que de costumbre.
No. El Caso Bárcenas son 38 millones de euros: un fortunón aún sin escudriñar.
Al fantasma de Luis Bárcenas y a las ánimas que lo acompañan hay que darles pública sepultura política o el nuevo PP morirá joven de vejez prematura.