Siempre se repite el mismo guión: el PSC detona la bomba y el PSOE busca ponerse a cubierto despavorido. Pero la metralla acaba alcanzándoles a todos
Subraya Antonio Martín Beaumont en ‘ESD‘ que parece mentira:
¿Cómo es posible que un político con tanto rodaje como Alfredo Pérez Rubalcaba se esté mostrando tan ingenuo desde que ha llegado a la cúspide de su partido?.
Parece que el líder de los socialistas aún cree poder protagonizar, junto al PSC, la parábola del hijo pródigo que vuelve a casa y entra en vereda, mientras lo único que hacen los de Pere Navarro es darle, una vez tras otra, en el mismo carrillo.
La vieja y no tan vieja guardia socialista está que trina con la última salida del PSC, que ahora ha tenido la ocurrencia de pedir la supresión de los conciertos vasco y navarro.
Y además justo cuando Rubalcaba andaba reivindicándose como hombre de Estado por haber acordado con el Gobierno un pacto de cara al próximo Consejo de Europa que muchos en sus filas ven como el «abrazo del oso» de Mariano Rajoy que terminará por asfixiarle.
Lo que el secretario general del PSOE extremeño dijo el viernes es sólo la punta del iceberg del hartazgo que hay en las filas socialistas con sus hermanos catalanes. Guillermo Fernández Vara alzó la voz para pedirle a su partido que rompa de una vez por todas con el PSC y se presente a las elecciones autonómicas con una federación propia.
«No veo otra salida«, añadió.
Porque en el meollo del debate están nada menos que el modelo de Estado y la solidaridad entre las comunidades que arbitra la Constitución.
Claro que Cataluña es una casilla estratégica en el tablero socialista. Que se lo pregunten a José Luis Rodríguez Zapatero, cuyas dos victorias electorales no se entenderían sin la aportación catalana.
Pero todo tiene un límite, y un partido que se dice «español» en sus siglas y que es pilar que sustenta la Constitución no puede estar constantemente a expensas de las dentelladas que le da el PSC a su médula espinal.
Que si el derecho a decidir, que si el Estado federal, que si la necesidad del Rey, que si los fueros…
No es serio para alguien que aspira a ser presidente del Gobierno, y que ha sido vicepresidente hasta hace dos años, dar la imagen de comer en una palma de la mano de Navarro que le golpea cada vez más duro.
Porque siempre se repite el mismo guión: el PSC detona la bomba y el PSOE busca ponerse a cubierto despavorido. Pero la metralla acaba alcanzándoles a todos.
Y después de una tibia desautorización de Ferraz -en esta ocasión de Óscar López-, el socialismo catalán regresa a sus cuarteles hasta la siguiente zancadilla.
En vista de sus resultados en las últimas elecciones autonómicas (desde el pacto tripartito está en caida libre) y de cómo le va a CiU por esquerrizarse, el PSC debería saber que ser un sucedáneo del independentismo no sólo le está buscando la ruina electoral, sino que antes o después obligará al que venga detrás de Rubalcaba a cortar por lo sano si no quiere que el PSOE se gangrene.