La rodada cuesta debajo de la alcaldesa de Madrid es imparable

Intrigas en el PP en busca de una salida para no dejar a Botella en la cuneta

La posibilidad de un desastre en Madrid no deja ya indiferente a nadie en Génova 13 o en La Moncloa

Intrigas en el PP en busca de una salida para no dejar a Botella en la cuneta
Ana Botella y Esperanza Aguirre. EFE

En todos los partidos hay una famosa frase que resume el miedo a las políticas que aplican los compañeros: «¡Al suelo, que vienen los nuestros!».

Los casi dos años atesorando el bastón de mando han servido de poco a Ana Botella.

Sin mejoras: Ni en la gestión, ni en la resolución de los problemas, ni en las decisiones de afrontar las dificultades que surgen del resultado lógico de sus responsabilidades como alcaldesa de Madrid.

La colección de desaciertos que acumula Botella resulta ya demasiado abultada.

El Madrid Arena; el relaxing cup of café con leche o la huelga de limpieza. La regidora se encuentra en una situación límite.

Complicado ya hablar de traspiés o de equivocaciones. Es el vivo retrato de un cargo público en las últimas.

Cada jornada parece arrancar con un interrogante: ¿Cuál será la próxima de Ana Botella?

Una pregunta difícil de responder, los acontecimientos tienen superada desde hace tiempo a la alcaldesa. Y, como indica el dicho, todo lo malo es susceptible de empeorar. Y, a este paso, empeorará.

Las montañas de basura acumuladas en las calles han ofrecido al mundo la peor imagen de Madrid. Tarde y mal reaccionó Botella ante el conflicto entre las concesionarias de la limpieza viaria y los trabajadores.

Tanto es así que su ultimátum a las partes para alcanzar un acuerdo sólo llegó tras recibir llamadas telefónicas de, entre otros, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, o del ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo.

El grave affaire ha sembrado fuerte inquietud en las sentinas populares, temerosas de las demoledoras consecuencias de convertir Madrid, tradicional granero de votos, en territorio comanche.

Las teatrales comparecencias de Ana Botella son hasta contraproducentes.

La alcaldesa está en la cuesta abajo. Porque no son pocos en el PP los que reclaman su paso al estado de congelación política y sólo esperan que el presidente Mariano Rajoy mueva «ficha» llegado el momento, le ofrezca si acaso una salida digna. Eso sí, lejos, lo más lejos posible, de los focos. Hagan juego con las apuestas.

Cualquiera sabe, lo único seguro para sus numerosos detractores es que el dique de contención puede romperse y hasta empantanar a Ignacio González que, poco a poco, parece remontar en las encuestas internas e incluso conservar la mayoría absoluta en la Comunidad.

Hace tiempo que en la dirección del Partido Popular se apuesta descaradamente por el cambio. Es peliagudo atesorar La Moncloa sin la Alcaldía madrileña y viceversa. Conservar el Gobierno perdiendo Madrid resulta prácticamente imposible.

A partir de esa realidad, ¿qué puede decir y predicar Botella por las calles de la capital? Pues simplemente nada. Lo expresaba José María Aznar en 1994:

«El mal no está en los españoles, sino en la forma en que se ha gobernado España. Esto es lo que hay que cambiar».

¿Tomará nota su señora esposa?

 

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