Superadas las bolas de partido de estos dos años, toca pensar en la remontada
Aquella noche mágica Mariano Rajoy bajó los pies de todos los españoles a la tierra. «Vienen tiempos difíciles», vaticinó desde el balcón de Génova 13 un 20 de noviembre de 2011.
«Pero tendremos ganas, coraje, determinación, fuerza y apoyo para hacer un Gobierno en el que se sientan representados todos los españoles».
Cuando lo dijo no sabía hasta qué punto iban a serlo. Dos años después, para los populares es tiempo de hacer balance de daños, que los ha habido y muchos; pero también de levantar la cabeza.
Pueden decir bien alto que en el ecuador de la legislatura el Gobierno de Rajoy ha evitado un rescate que habría sido la tumba de la soberanía nacional y ha puesto la pista de despegue para que la economía española vuelva a alzar el vuelo, dejando atrás a los pájaros de mal agüero.
Sin ir más lejos este lunes la agencia Goldman Sachs se disculpaba públicamente por las malas e injustas previsiones que hizo para España en este 2013. «Ya se empiezan a ver los frutos de sus esfuerzos», se felicitaba.
Alguna más debería tomar ejemplo, como también algún que otro periódico económico de fuste. Pongamos que se llame Financial Times.
Superadas las bolas de partido, toca pensar en la remontada. ¿Está a tiempo Rajoy? Y, antes que él, ¿lo están los barones regionales de su formación?
Porque a juzgar por la encuesta que este lunes publicó La Razón, según la cual sólo conservarían la mayoría absoluta María Dolores de Cospedal, Juan Vicente Herrera, Pedro Sanz y Ramón Luis Valcárcel (que encima se retira al Parlamento Europeo), el tiempo apremia.
Por si acaso, y ante la teoría del diario de Planeta -que otros muchos hemos defendido antes- de que el jefe de filas de los populares hará cambios en algunas plazas para conservarlas, Ignacio González fue el primero en salir al paso.
Vino a decir que él se siente apoyado para ser candidato en 2015. Bien está que así lo sienta, teniendo una pareja de baile como la que tiene en el Ayuntamiento de la capital y sabiendo que buena parte del éxito o el fracaso en esas elecciones se medirá por los resultados madrileños.
Vayamos por partes. A esta legislatura que enfila su ecuador le queda a efectos prácticos un año, no dos. Porque 2015 empezará con la precampaña de las elecciones municipales y autonómicas y después seguirá con la de las generales.
Entre medias auguran los que saben de esto que no se moverá un voto, así que el trabajo que tiene el PP por delante es enorme.
Sobre todo para que todos aquellos encuestados por el CIS que en 2011 votaron a Rajoy pero que ahora sufren de desmemoria (miren si no las cifras del recuerdo de voto, dantescas para el PP), vuelvan a sentirse orgullosos de haber confiado su voto a los populares. Y lo digan abiertamente en el CIS o en cualquier otro sondeo.
¿Que cómo se hace? Parafraseando el famoso eslogan de la Bankia de José Ignacio Goirigolzarri -paradigma de esta crisis-, empezando por los principios.
El Gobierno no debe esperar más a bajar los impuestos y redimir a una clase media que ha sido la gran pagana de esta crisis, porque ambas cosas están en el ADN del Partido Popular.
Mediada la legislatura, y teniendo en cuenta que a la vuelta de las navidades arrancará la precampaña de las elecciones europeas, ha llegado la hora de la verdad.
La de que empiecen a notarse en términos de empleo esos brotes verdes que llevan vendiéndonos desde la vuelta del verano Luis de Guindos y compañía. De ello dependerá que el PP salga airoso.
Por lo pronto, animados para el primer examen a la gestión de Rajoy, el de las europeas, lo están. Una encuesta interna que manejan en La Moncloa y en Génova 13 basada en una extrapolación de los resultados del último CIS les da una ventaja sobre el PSOE de hasta cuatro escaños.
En concreto, ese sondeo sitúa al PP en un horizonte de entre 18 y 20 eurodiputados frente a entre 16 y 17 del PSOE.
Palabras mayores teniendo en cuenta que el principal objetivo que se han marcado los populares es ganar esos comicios, aunque sea por un margen exiguo.
Con ello visualizarían que la ciudadanía sigue estando con Rajoy, superado lo peor de la crisis y del caso Bárcenas.