BENAVIDES Y MALOSPELOS EN LAS CORTES

Dictadura! ¿Dictadura en la España actual?

La dictadura que se exhibe en el Telediario de las tres

Dictadura! ¿Dictadura en la España actual?
Pere Navarro. EP.

...Pero la norma, que rige para todos, parece que en algunos casos se entiende de una forma un tanto peculiar...

Esto se parece a una dictadura. Y ni siquiera hay pudor para disimularlo. Lo muestran hasta en el telediario de la primera cadena de la televisión nacional de las tres de la tarde.

El comentario surgió ayer con las manifestaciones del catalán Pere Navarro ante los micrófonos de TVE. Éste, al referirse a lo que deben hacer los diputados de su formación ante una votación, exigió a todos los diputados socialistas lo que se ha dado en llamar «la disciplina de voto», que no es otra cosa que la sumisión del diputado a las órdenes del partido; y que puede producir, parece que está produciendo ya, penalizaciones diversas si el diputado vota en libertad e incluso el abandono de esa formación política.

Pero los modos socialistas de Pere Navarro no son únicos. Hace unos días y con motivo de la Ley del Aborto, que se llamará Ley de Protección de la Vida del Concebido y de los Derechos de la Mujer Embarazada, también entre las filas populares surgió el tema de si un diputado debe, o no, someterse a los «dictados» del partido a la hora de votar y si es procedente que la Ejecutiva del PP conceda libertad de voto a sus electos en algún caso aislado.

Y todo esto en democracia y en un sistema político, como el nuestro, que aspira a ser conocido como el sistema de las libertades.

En ambos casos no se cuestiona la capacidad del partido para imponer nada a los electos, o la procedencia de que los representantes del pueblo puedan votar en libertad; lo que se pretende es que éstos, sumisos, prescindan de sus convicciones, hagan dejación de las obligaciones que les creen sus conciencias y, cerriles, se avengan a la orden y al gesto del portavoz de su formación: Un dedo arriba vota «sí», dos producen el «no», y tres enhiestos «abstención».

¿A quién perjudica el uso de la libertad de voto de los electos? ¿Por qué la sensibilidad, la conciencia y la razón de los diputados ha de someterse a los dictados de la Ejecutiva del partido al que pertenecen? ¿Por qué este miedo a que voten con libertad?

Las respuestas posibles, ciertamente y al menos, producen inquietud.

La Ley dice que el escaño es del electo y le protege para que vote en libertad y sin condicionantes. A más abundamiento, nuestro Código Penal, que se ocupa de la definición de los delitos y las penas que corresponden a cada uno, en su artículo 498 dispone: «Los que emplearen fuerza, violencia, intimidación o amenaza grave para impedir a un miembro del Congreso de los Diputados, del Senado o de una Asamblea Legislativa de Comunidad Autónoma asis-tir a sus reuniones, o, por los mismos medios coartaren la libre manifestación de sus opiniones o la emisión de su voto, serán castigados con la pena de prisión de tres a cinco años»

Pero la norma, que rige para todos, parece que en algunos casos se entiende de una forma un tanto peculiar. Si alguien, individuo o grupo de personas, intenta influir en un electo para condicionar su voto se convierte en delincuente. Por esta razón, últimamente se ha cuestionado el proceder de los participantes en los escraches, por si la supuesta información que éstos ofrecían a los electos no fuera una forma de coacción.

Sin embargo, los usos en los partidos políticos, que inexorablemente conducen a una dictadura de las Ejecutivas de esos partidos y que coartan la libertad de sus electos, no merecen la atención ni la corrección de nadie, quizá porque nadie quiera entender tal proceder como delito; o porque haya alguna dificultad para precisar cuánto es el grado de intimidación necesario para hacerse merecedor de la pena que marca el Código Penal.

Aunque en el horizonte aparece, como tufo, el miedo que en las cúpulas de los partidos políticos existe a la hora de gobernar, puede que también mani-pular a nuestros representantes, puede que esa sea la razón de lo que parece una restricción de la libertad de los electos

Como consuelo, únicamente queda:

1.- Proclamar lo que se anuncia en el avance de la vigésima tercera edición del diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, en relación con el término «dictadura» (del latín dictatura) en una de sus acepciones: «En la época moderna, régimen político que, por la fuerza o violencia concentra todo el poder en una persona o a veces en un grupo u organización y reprime los derechos humanos y las libertades».(En esta edición, el diccionario no matiza si el grupo y organización al que se refiere puede estar vinculado a un partido político o formar parte de su ejecutiva)

2.- Esperar que los que deben velar por los derechos de todos hagan lo que proceda para conseguir que en nuestro Estado de Derecho se respete el derecho de los electos para emitir su voto con absoluta libertad, ésa que ayer Pere Navarro pretendía dirigir y que sin pudor se exhibía en el telediario de las tres.

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